d'Ors...

Nocturno (Frustrado)

Maldito Baudelaire, malditos Goethe y Borges,
que ahora que contemplo
la luna no me dejan ver
la luna.

Miguel d'Ors


Calendario perpetuo

El lunes es el nombre de la lluvia
cuando la vida viene tan malintencionada
que parece la vida.

El martes es que lejos pasan trenes
en los que nunca vamos.

El miércoles es jueves, viernes, nada.

El sábado promete, el domingo no cumple
y aquí llega otra vez -o ni siquiera otra:
la misma vez- la lluvia de los lunes.

D'Odors

Camino de imperfección

Joven,
yo era un vanidoso inaguantable.
«Esto va mal», me dijo un día el espejo.
«Tienes que corregirte».
Al cabo de unas semanas era menos vanidoso.
Unos meses después ya no era vanidoso.
Al año siguiente era un hombre modesto.
Muy modesto.
Modestísimo.
Uno de los hombres más modestos que he conocido.
Más modesto que cualquiera de ustedes.
O sea
un vanidoso inaguantable
viejo.


... aplausos!



...Razones

El punto detonante en común de todos los suicidas, ese inconformismo latente siempre con la vida, la suya o con la complejidad que trae el mundo consigo desde sus causas hasta sus consecuencias, no hay nada más frustrante que ensordecer ante tanta voz interna reclamando por el infortunio de la inconformidad, tal vez la impotencia de llevar a puerto seguro ese soguear constante manejando la consciencia de existir bajo esa carencia y tal vez sin ninguna esperanza contraria, es el punto medio entre el saber y saber demasiado, la confusión de encontrarse en un mundo externo tan ajeno y distraído, nada que hacer, no hay piso firme que se extienda debajo de los pies del que oprime con la mente sus pasos, un punto de registro, sin entrada garantizada...

Maria Antonia Segarra

Piel Ajena...

Ahí esta la piel tendida,
como una sábana llena de recuerdos y marcas,
es la piel ajena al tiempo que vive,
la miro y pudiera tocarla,
ausente de sí,
su postura porosa y desprovista,
hay algo ajeno a esa piel,
su forma, su color ondulante en el tejido,
sus vellos tumbados alrededor de cada tramo,
tendida, ya dije eso,
sin respuesta a la muerte que vela,
que no es su muerte...

Anduve sigilosa,
con los quehaceres de alguien opuesto y adversario,
sinuosa detrás del roce,
respirándole las puntas,
tragándomela con la noche...
se rayaba contra mi como una lija sin dirección,
hollaba sin cesar advirtiéndome de la muerte
la suya, la mia,
y dormía sobre el cuerpo compartido
tan ajeno a mi afanoso amor nocturno...

María Antonia Segarra

...

Y yo que pensé que no podría ser nada peor que los alfileres dentro de la almohada,

Ese remolino tragándose la tierra

Esa arquitectura de desechos sombríos agitándose con el viento

Y dando en la puerta

Esa solemnidad de la taumaturga arreglándome el cabello,

Los huecos de las virutas en los ocios de mi vida,

Alli se marean las violetas, solas, en las tardes,

Casi quemadas

Orillándose a la baba de Dios, sedientas.

En el pico un filo que arruga el ojo

Impide que se vea asi misma en el espejo

y ella espera para derrumbarse en su asombro

y quedará su cuerpo cortado en pedacitos

y los trocitos de sus dedos ya no podran escribir ninguna cosa,

sus pezones lechozos dejarán a la vera, un rio caudaloso lleno de silencio

y el judas, vendrá despacio a comerme la boca…

(Maria Antonia Segarra)


Vuelve cuando la lluvia...

Hermanas de aire y frío, hermanas mías:
¿cuál es esa canción que se prolonga por las ramas y rueda contra el vidrio?
¿Cuál es esa canción que yo he perdido y que gira en el viento y vuelve todavía?
Era lejos, muy lejos, en las primeras albas de un jardín custodiado por ángeles y ortigas.
Cantábamos para siempre la canción.
Cantábamos nuestra alianza hasta después del mundo.
Era hace mucho tiempo, hermana de silencios y de luna.
Era en tu adolescencia y en mi niñez más tierna,
cuando apenas te habías asomado a las sinuosas aguas del amor, que te apresaron pronto,
y aún te vestías contra nuestro candor con el muestrario de las apariciones:
la novia fantasmal, el alma en pena o la mendiga loca;
pero al día siguiente eras la paz y el roce de la hierba.
Cuando te fuiste, faltó el cristal azul en la canción.
Era hace mucho tiempo, hermana de aventuras y de sol.
Yo era la más pequeña y seguía tus pasos por sitios encantados
donde había tesoros escondidos en tres granos de sal,
un ojo de cerradura enmohecida para mirar el porvenir más
bello y un espejo enterrado en el que estaba escrita la palabra del supremo poder.
Tú inventabas los juegos, las tentaciones, las desobediencias.
Fueron tantos los años compartidos en fiestas y en adioses
que se trizó en pedazos la canción cuando tu mano abandonó la mía.
Hermanas de ráfaga y temblor, hermanas mías,
las escucho cantar desde las espesuras de mi noche desierta.
Sé que vuelven ahora para contradecir mi soledad,
para cumplir el pacto que firmó nuestra sangre hasta después del mundo,
hasta que completemos de nuevo la canción.

Olga Orozco

Emoción y Poesía

Quien quiera que sea de algún modo un poeta sabe muy bien que es más fácil escribir un buen poema (si los buenos poemas se hayan al alcance del hombre) respecto de una mujer que interesa mucho que sobre una mujer sobra la cual se está profundamente apasionado. La mejor especie de poema de amor es, en general escrito al respecto de una mujer abstracta.

Una emoción grande es demasiado egoista; absorve para sí misma toda la sangre del espíritu, y la congestión deja las manos demasiado frías para escribir. Tres especies de emociones producen gran poesía - emociones fuertes y profundas al ser recordadas mucho tiempo después, y emociones falsas, es decir, emociones sentidas en el intelecto. No la insinceridad, pero si, una sinceridad traducida, es la base de todo el arte.

El gran general que pretende ganar una batalla para el imperio de su país y para la historia de su pueblo no desea - no puede desear tener muchos de sus soldados asesinados (muertos). De todas formas, a la hora de decidir su estrategia, escogerá (sin pensamiento para sus hombres) el mejor golpe, aunque le haga perder cien mil hombres, en vez de la estrategia peor, o sólo más lenta, qeu le puede dejar nueve décimos de aquellos hombres con quienes y por los cuales lucha, y a quienes, en general, ama. Se convertirá en artista por amor a sus compatriotas, y nos expondrá a la carnicería por causa de su estrategia.

Fernando Pessoa


No tengo por qué pre-ocuparme...

Quién habrá recogido los últimos arreglos que hice?,

olvidé levantarlos

y debía ser fresco como las adolescentes que viajan en autobuses llenas de la tarde,

al caer el sol, la calle, los domingos, permanece desierta,

domingo paralítico,

queda entumecido detrás de las sillas

y las ruedas que permanecen guardadas en los garajes salvos del polvo y la lluvia.

Debía haberlo visto,

holgado en sus zapatos puntiagudos,

imaginando la pelea de sus dedos por sobrevivir,

escondido detrás de sus grandes ojos,

soy yo, es él, no es nadie,

no puede ser quien no existió,

no hay recuerdo de la muerte,

el olvido de todo aquello que amenaza el sueño,

después del timbre… el silencio,

nadie contesta,

yo en la esquina,

doblada en dos como una carta,

el descenso de los pasos.

Lápiz de piedra, papel mojado,

nada que ver con el cotidiano saludo del mundo,

dejó su marca húmeda en la puerta,

el sabor a huida,

no es nadie,

no tengo por qué preocuparme…

María Antonia Segarra

..."Padre"

El filo aguzado y servil en la garganta pulsando en el borde,

cada hendidura fiel en el soporte de la carne.

Figura errante,

he de encontrarte siempre del otro lado del espejo que abierto en dos

va pariendo la imagen cansada y altruista.

Viene el invierno nuevamente azotando las ventanas,

el silencio tranquilo debajo del cuerpo,

duerme a deshoras y cuando se mojan sus labios adormecidos, sonríe

y el olor a blanco debajo de las caderas,

el cuerpo habitante se despeña en los recuerdos oscuros

y vienen las ráfagas de locura como ventarrones ociosos...

se ahuyenta el silencio,

nadie podrá juzgarle de nada que no haya hecho,

quizás en su desvarío ignorante,

pueda acusarle de las calles y los extravíos,

desconocido y frente a los ojos de la extraña que ha comenzado a odiar,

se alzó la noche en un abrir y cerrar de ojos,

no me di cuenta de su avanzado paso sobre la piel,

un azulado violáceo se apoderó de las uñas,

a quién mas que a mi puede importarle?,

a quién más que a mi le adviene la muerte por los oscuros tumbos de la vida?

siempre asalta la excusa perversa

y desmerece el final escogido hace siglos,

demorar este cauce sin frenos que emprende el viaje al conocimiento, nuestro, mío.

A quién más que a mi le importaría el roce tarde-noche del invierno?,

a quién más que a mi le importaría el roce del viento cuando aun esta seca la garganta ?

Todas las tardes hacen el rosario de los muertos,

todas las tardes hacen el rosario por mi y lo único que atisbo a distinguir… “Padre”


(María Antonia Segarra)

Adios Paola...

La miseria de esta tristeza no es la muerte en posesión de un cuerpo... Es la vida que ha quedado huérfana besándote, resistente, alrededor del cuerpo...

Paola... donde quiera que estés no dejes de brillar mi nena.

(...)

Welcome...

mmm...

Qué cómodo se siente regresar a casa...


(María Antonia Segarra)

La Jaula

Quién soy
sola de mí para violarme
con verdades ajenas
si aún las propias no han sido
deslindadas.

Quién se interna
en la palma de mis manos
luego de cercenarlas.

Quién me vacía
huye y no regresa
sin despojarme de la amarra.

Quién seduce
mi cólera
penitencia incendiada.

Me atrevo a liberar
en mis arterias
los ángeles salvajes
que fueron propiedad natal
del alba.

Enclaustrada
en una libertad que me condena
a su sed cavernaria
abruman las respuestas.

Entreabro la jaula.



(Ana Emilia Lahitte)

Experimento...

Soy un experimento,
estoy dentro de un tubo de ensayo,
lugar estrecho,
a penas puedo moverme,
pero tengo espacio suficiente para alcanzar algo de oxígeno,
el necesario para que no muera,
aunque a veces la piel se me pone morada
como si todo hubiera terminado,
luego con una horquilla me envían gotas de agua y alimento,
es poco,
el suficiente para mantenerme viva.
Soy un experimento de supevivencia en lo precario,
me llevan hasta el filo en uno y otro juego de días sin terminar,
a veces muy seguidos
y me exprimen hasta agotarme,
hasta el mareo,
no sé cuándo tendrán la confirmación de la hipótesis,
cuando pienso que ya todo ha acabado,
todo se pone oscuro,
el eco del desasosiego comienza nuevamente el trayecto
y cada vez hay un progreso,
lo sé porque justo en el momento que suelto la resistencia y me entrego al dolor,
alguien con el dedo me acaricia el cabello
y me dejan ver la noche si esta tranquila
y puedo oler
y escuchar el mundo,
lo sé,
sé que soy un experimento... a punto de confirmar la teoría.

(Maria Antonia Segarra)







...

Esporas,
espacios abiertos,
grietas,
lunares marrones,
negros
lunares en la pared del centro,
manchas,
viejas manchas,
el tiempo,
moribundo,
anda lo que ha detenido
huellas,
arena mojada,
creciente de maleza,
camina el desorden de los contratiempos indecisos,
camina el camino oblicuo de la espera,
sin parada,
el tren,
agua que aglutina,
transparencia desbordante que hiere,
sonido sordo,
estridente enloquecido,
y la noche quieta tragando cuerdas,
calles abiertas,
cuerpos entrando,
rodante,
vida que rueda,
naturaleza que revive,
malezas,
vino,
tuberculosis del conocimiento,
obtuso de mar a mar,
cielo contra cielo,
nada llueve,
todo moja,
hoja mecida,
desierto abundante,
todo o nada,
cualquiera,
uno,
el mismo,
solo uno,
mundo loco,
pequeño mundo,
mundo animal,
salvaje,
mundo que piensa,
el mundo muerto,
mundo,
azorado,
esplenético,
acuoso,
gelatina entre los dedos,
piel pegajosa,
piel blanca,
negra piel,
somnolencia,
la piel,
vellos,
hirsuto,
escocedura,
cubierto de pelos,
largo,
corto,
pelo al viento,
lo que vuela,
viento seco,
húmedo,
todo cambia,
nada queda,
una y otra vez,
cincunferencia,
el regreso...

(Maria Antonia Segarra)

La Leyenda Dice...

que los dioses escogen los amores, que ni la lluvia, ni el trueno, ni el calor ni el frío, ni el arrastre de los sedientos, ni la luna, ni el mar, ni el buido acecho de la mentira, pueden deshacer el conjuro de amor de los dioses, en los escogidos…, cuentan que las pruebas son feroces y por más que luchen en contra de los amantes, no podrán separarse, testigos de que en las espuelas del tiempo van quedando incrustadas tiras de piel y sangre escribiendo la historia, amantes merecedores de la felicidad eterna por designios, la leyenda dice que en las noches melancólicas los amantes se reflejan en su lejanía y es cuando el amor encarna sus cuerpos y los hace indestructibles y no vale que todo aquello conspire como un purgatorio adjudicado, solo a ellos, por amarse. Entonces, ha sido purificado el amor y desde lejos se alcanza a ver las sábanas blancas, al viento, ondeando el encuentro eterno de sus almas...

(Maria Antonia Segarra)

Paz...

Octavio Paz.mp3 -

Piedra de Sol... Octavio Paz

(De pie)

PIEDRA DE SOL
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras
de los días futuros y el aciago
fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,
como el viento cantando en el incendio,
una mirada que sostiene en vilo
al mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo de luz filtrado por un ágata,
piernas de luz, vientre de luz, bahías,
roca solar, cuerpo color de nube,
color de día rápido que salta,
la hora centellea y tiene cuerpo,
el mundo ya es visible por tu cuerpo,
es transparente por tu transparencia,

voy entre galerías de sonidos,
fluyo entre las presencias resonantes,
voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro,
oh bosque de pilares encantados,
bajo los arcos de la luz penetro
los corredores de un otoño diáfano,

voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño de esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,
tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua,
cierras mis ojos con tu boca de agua,
sobre mis huesos llueves, en mi pecho
hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río,
voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina
voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza,
recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

corredores sin fin de la memoria,
puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos lo veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo en el instante, caigo al fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro,
busco el sol de las cinco de la tarde
templado por los muros de tezontle:
la hora maduraba sus racimos
y al abrirse salían las muchachas
de su entraña rosada y se esparcían
por los patios de piedra del colegio,
alta como el otoño caminaba
envuelta por la luz bajo la arcada
y el espacio al ceñirla la vestía
de un piel más dorada y transparente,


tigre color de luz, pardo venado
por los alrededores de la noche,
entrevista muchacha reclinada
en los balcones verdes de la lluvia,
adolescente rostro innumerable,
he olvidado tu nombre, Melusina,
Laura, Isabel, Perséfona, María,
tienes todos los rostros y ninguno,
eres todas las horas y ninguna,
te pareces al árbol y a la nube,
eres todos los pájaros y un astro,
te pareces al filo de la espada
y a la copa de sangre del verdugo,
yedra que avanza, envuelve y desarraiga
al alma y la divide de sí misma,
escritura de fuego sobre el jade,
grieta en la roca, reina de serpientes,
columna de vapor, fuente en la peña,
circo lunar, peñasco de las águilas,
grano de anís, espina diminuta
y mortal que da penas inmortales,
pastora de los valles submarinos
y guardiana del valle de los muertos,
liana que cuelga del cantil del vértigo,
enredadera, planta venenosa,
flor de resurrección, uva de vida,
señora de la flauta y del relámpago,
terraza del jazmín, sal en la herida,
ramo de rosas para el fusilado,
nieve en agosto, luna del patíbulo,
escritura del mar sobre el basalto,
escritura del viento en el desierto,
testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado,
adolescente rostro perseguido
años fantasmas, días circulares
que dan al mismo patio, al mismo muro,
arde el instante y son un solo rostro
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos,

no hay nada frente a mí, sólo un instante
rescatado esta noche, contra un sueño
de ayuntadas imágenes soñado,
duramente esculpido contra el sueño,
arrancado a la nada de esta noche,
a pulso levantado letra a letra,
mientras afuera el tiempo se desboca
y golpea las puertas de mi alma
el mundo con su horario carnicero,

sólo un instante mientras las ciudades,
los nombres, lo sabores, lo vivido,
se desmoronan en mi frente ciega,
mientras la pesadumbre de la noche
mi pensamiento humilla y mi esqueleto,
y mi sangre camina más despacio
y mis dientes se aflojan y mis ojos
se nublan y los días y los años
sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico
y no hay nada detrás de sus imágenes
el instante se abisma y sobrenada
rodeado de muerte, amenazado
por la noche y su lúgubre bostezo,
amenazado por la algarabía
de la muerte vivaz y enmascarada
el instante se abisma y se penetra,
como un puño se cierra, como un fruto
que madura hacia dentro de sí mismo
y a sí mismo se bebe y se derrama
el instante translúcido se cierra
y madura hacia dentro, echa raíces,
crece dentro de mí, me ocupa todo,
me expulsa su follaje delirante,
mis pensamientos sólo son su pájaros,
su mercurio circula por mis venas,
árbol mental, frutos sabor de tiempo,

oh vida por vivir y ya vivida,
tiempo que vuelve en una marejada
y se retira sin volver el rostro,
lo que pasó no fue pero está siendo
y silenciosamente desemboca
en otro instante que se desvanece:

frente a la tarde de salitre y piedra
armada de navajas invisibles
una roja escritura indescifrable
escribes en mi piel y esas heridas
como un traje de llamas me recubren,
ardo sin consumirme, busco el agua
y en tus ojos no hay agua, son de piedra,
y tus pechos, tu vientre, tus caderas
son de piedra, tu boca sabe a polvo,
tu boca sabe a tiempo emponzoñado,
tu cuerpo sabe a pozo sin salida,
pasadizo de espejos que repiten
los ojos del sediento, pasadizo
que vuelve siempre al punto de partida,
y tú me llevas ciego de la mano
por esas galerías obstinadas
hacia el centro del círculo y te yergues
como un fulgor que se congela en hacha,
como luz que desuella, fascinante
como el cadalso para el condenado,
flexible como el látigo y esbelta
como un arma gemela de la luna,
y tus palabras afiladas cavan
mi pecho y me despueblan y vacían,
uno a uno me arrancas los recuerdos,
he olvidado mi nombre, mis amigos
gruñen entre los cerdos o se pudren
comidos por el sol en un barranco,

no hay nada en mí sino una larga herida,
una oquedad que ya nadie recorre,
presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que se mira mirarse hasta anegarse
de claridad:
yo vi tu atroz escama,
Melusina, brillar verdosa al alba,
dormías enroscada entre las sábanas
y al despertar gritaste como un pájaro
y caíste sin fin, quebrada y blanca,
nada quedó de ti sino tu grito,
y al cabo de los siglos me descubro
con tos y mala vista, barajando
viejas fotos:
no hay nadie, no eres nadie,
un montón de ceniza y una escoba,
un cuchillo mellado y un plumero,
un pellejo colgado de unos huesos,
un racimo ya seco, un hoyo negro
y en el fondo del hoyo los dos ojos
de una niña ahogada hace mil años,

miradas enterradas en un pozo,
miradas que nos ven desde el principio,
mirada niña de la madre vieja
que ve en el hijo grande un padre joven,
mirada madre de la niña sola
que ve en el padre grande un hijo niño,
miradas que nos miran desde el fondo
de la vida y son trampas de la muerte
—¿o es al revés: caer en esos ojos
es volver a la vida verdadera?,

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte!
—esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo:
¿hacía planes
para el verano —y todos los veranos—
en Christopher Street, hace diez años,
con Filis que tenía dos hoyuelos
donde bebían luz los gorriones?,
¿por la Reforma Carmen me decía
"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",
o se lo dijo a otro que he perdido
o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
¿caminé por la noche de Oaxaca,
inmensa y verdinegra como un árbol,
hablando solo como el viento loco
y al llegar a mi cuarto —siempre un cuarto—
no me reconocieron los espejos?,
¿desde el hotel Vernet vimos al alba
bailar con los castaños — "ya es muy tarde"
decías al peinarte y yo veía
manchas en la pared, sin decir nada?,
¿subimos juntos a la torre, vimos
caer la tarde desde el arrecife?
¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos
gardenias en Perote?,
nombres, sitios,
calles y calles, rostros, plazas, calles,
estaciones, un parque, cuartos solos,
manchas en la pared, alguien se peina,
alguien canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,

Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes esculpidas
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total...
cuartos a la deriva
entre ciudades que se van a pique,
cuartos y calles, nombres como heridas,
el cuarto con ventanas a otros cuartos
con el mismo papel descolorido
donde un hombre en camisa lee el periódico
o plancha una mujer; el cuarto claro
que visitan las ramas de un durazno;
el otro cuarto: afuera siempre llueve
y hay un patio y tres niños oxidados;
cuartos que son navíos que se mecen
en un golfo de luz; o submarinos:
el silencio se esparce en olas verdes,
todo lo que tocamos fosforece;
mausoleos de lujo, ya roídos
los retratos, raídos los tapetes;
trampas, celdas, cavernas encantadas,
pajareras y cuartos numerados,
todos se transfiguran, todos vuelan,
cada moldura es nube, cada puerta
da al mar, al campo, al aire, cada mesa
es un festín; cerrados como conchas
el tiempo inútilmente los asedia,
no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,
abre la mano, coge esta riqueza,
corta los frutos, come de la vida,
tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,

todo se transfigura y es sagrado,
es el centro del mundo cada cuarto,
es la primera noche, el primer día,
el mundo nace cuando dos se besan,
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde de las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo, el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón, el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo pedilecto de la Iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombe de los hombres,
al hombre de sí mismo,
se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;

amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres:
"déjame ser tu puta", son palabras
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después;
mejor el crimen,
los amantes suicidas, el incesto
de los hermanos como dos espejos
enamorados de su semejanza,
mejor comer el pan envenenado,
el adulterio en lechos de ceniza,
los amores feroces, el delirio,
su yedra ponzoñosa, el sodomita
que lleva por clavel en la solapa
un gargajo, mejor ser lapidado
en las plazas que dar vuelta a la noria
que exprime la substancia de la vida,
cambia la eternidad en horas huecas,
los minutos en cárceles, el tiempo
en monedas de cobre y mierda abstracta;

mejor la castidad, flor invisible
que se mece en los tallos del silencio,
el difícil diamante de los santos
que filtra los deseos, sacia al tiempo,
nupcias de la quietud y el movimiento,
canta la soledad en su corola,
pétalo de cristal en cada hora,
el mundo se despoja de sus máscaras
y en su centro, vibrante transparencia,
lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,
se contempla en la nada, el ser sin rostro
emerge de sí mismo, sol de soles,
plenitud de presencias y de nombres;

sigo mi desvarío, cuartos, calles,
camino a tientas por los corredores
del tiempo y subo y bajo sus peldaños
y sus paredes palpo y no me muevo,
vuelvo donde empecé, busco tu rostro,
camino por las calles de mí mismo
bajo un sol sin edad, y tú a mi lado
caminas como un árbol, como un río
caminas y me hablas como un río,
creces como una espiga entre mis manos,
lates como una ardilla entre mis manos,
vuelas como mil pájaros, tu risa
me ha cubierto de espumas, tu cabeza
es un astro pequeño entre mis manos,
el mundo reverdece si sonríes
comiendo una naranja,
el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre las yerba: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso,

no pasa nada, callas, parpadeas
(silencio: cruzó un ángel este instante
grande como la vida de cien soles),
¿no pasa nada, sólo un parpadeo?
—y el festín, el destierro, el primer crimen,
la quijada del asno, el ruido opaco
y la mirada incrédula del muerto
al caer en el llano ceniciento,
Agamenón y su mugido inmenso
y el repetido grito de Casandra
más fuerte que los gritos de las olas,
Sócrates en cadenas "(el sol nace,
morir es despertar: "Critón, un gallo
a Esculapio, ya sano de la vida"),
el chacal que diserta entre las ruinas
de Nínive, la sombra que vio Bruto
antes de la batalla, Moctezuma
en el lecho de espinas de su insomnio,
el viaje en la carretera hacia la muerte
—el viaje interminable mas contado
por Robespierre minuto tras minuto,
la mandíbula rota entre las manos—,
Churruca en su barrica como un trono
escarlata, los pasos ya contados
de Lincoln al salir hacia el teatro,
el estertor de Trotsky y sus quejidos
de jabalí, Madero y su mirada
que nadie contestó: ¿por qué me matan?,
los carajos, los ayes, los silencios
del criminal, el santo, el pobre diablo,
cementerio de frases y de anécdotas
que los perros retóricos escarban,
el delirio, el relincho, el ruido obscuro
que hacemos al morir y ese jadeo
que la vida que nace y el sonido
de huesos machacadosen la riña
y la boca de espuma del profeta
y su grito y el grito del verdugo
y el grito de la víctima...
son llamas
los ojos y son llamas lo que miran,
llama la oreja y el sonido llama,
brasa los labios y tizón la lengua,
el tacto y lo que toca, el pensamiento
y lo pensado, llama el que lo piensa,
todo se quema, el universo es llama,
arde la misma nada que no es nada
sino un pensar en llamas, al fin humo:
no hay verdugo ni víctima...
¿y el grito
en la tarde del viernes?, y el silencio
que se cubre de signos, el silencio
que dice sin decir, ¿no dice nada?,
¿no son nada los gritos de los hombres?,
¿no pasa nada cuando pasa el tiempo?

—no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol, un movimiento apenas, nada,
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,
los muerto están fijos en su muerte
y no pueden morirse de otra muerte,
intocables, clavados en su gesto,
desde su soledad, desde su muerte
sin remedio nos miran sin mirarnos,
su muerte ya es la estatua de su vida,
un siempre estar ya nada para siempre,
cada minuto es nada para siempre,
un rey fantasma rige sus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
labra sobre tu rostro cambiante:
el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra,

—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuándo somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida —pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos—,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,

Eloísa, Perséfona, María,
muestra tu rostro al fin para que vea
mi cara verdadera, la del otro,
mi cara de nosotros siempre todos,
cara de árbol y de panadero,
de chófer y de nube y de marino,
cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo,
cara de solitario colectivo,
despiértame, ya nazco:
vida y muerte
pactan en ti, señora de la noche,
torre de claridad, reina del alba,
virgen lunar, madre del agua madre,
cuerpo del mundo, casa de la muerte,
caigo sin fin desde mi nacimiento,
caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,
recógeme en tus ojos, junta el polvo
disperso y reconcilia mis cenizas,
ata mis huesos divididos, sopla
sobre mi ser, entiérrame en tu tierra,
tu silencio dé paz al pensamiento
contra sí mismo airado;
abre la mano,
señora de semillas que son días,
el día es inmortal, asciende, crece,
acaba de nacer y nunca acaba,
cada día es nacer, un nacimiento
es cada amanecer y yo amanezco,
amanecemos todos, amanece
el sol cara de sol, Juan amanece
con su cara de Juan cara de todos,

puerta del ser, despiértame, amanece,
déjame ver el rostro de este día,
déjame ver el rostro de esta noche,
todo se comunica y transfigura,
arco de sangre, puente de latidos,
llévame al otro lado de esta noche,
adonde yo soy tú somos nosotros,
al reino de pronombres enlazados,

puerta del ser: abre tu ser, despierta,
aprende a ser también, labra tu cara,
trabaja tus facciones, ten un rostro
para mirar mi rostro y que te mire,
para mirar la vida hasta la muerte,
rostro de mar, de pan, de roca y fuente,
manantial que disuelve nuestros rostros
en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,
indecible presencia de presencias...

quiero seguir, ir más allá, y no puedo:
se despeñó el instante en otro y otro,
dormí sueños de piedra que no sueña
y al cabo de los años como piedras
oí cantar mi sangre encarcelada,
con un rumor de luz el mar cantaba,
una a una cedían las murallas,
todas las puertas se desmoronaban
y el sol entraba a saco por mi frente,
despegaba mis párpados cerrados,
desprendía mi ser de su envoltura,
me arrancaba de mí, me separaba
de mi bruto dormir siglos de piedra
y su magia de espejos revivía
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre.
México, 1957


Aceptación

Viendo los árboles pasar,
acaricio los meandros de la ausencia,
como ida del mundo,
agazapada en un acto de piedad o ternura,
la lumbre de la ventana abierta, se pierde,
y la certeza que me aturde,
he visto quedarse perdidas las manos,
aferradas al nombre que nombra todas las cosas,
creyente de la amenaza y la muerte,
ausente de mi,
quiero arrojarme cuando los vientos desdibujen el país de nada,
rio que ahora esta quieto y moribundo, caudal que ha perdido su velocidad,
dónde hallarme sonriente y mutilada
rodeada de estaciones lúgrubes.

(Maria Antonia Segarra)

...

Reptil vigoroso,
Ante tanto esfuerzo solo llegas a levantarte hasta el pecho,
absueltos los recónditos momentos donde las
columnas cedieron ante tu aliento.
Conmuévete con el soplo oriundo de tu vida arrastrada
te crees paso firme,
sin embargo juegas a ser escupitajo de los mas débiles,
acusa la leña que se consume aun después de tu muerte…

(Maria Antonia Segarra)

...


Un día como hoy parió una mujer
y ha llorado…
un día como hoy nació nuevamente la muerte,
un día como hoy le ha gritado a la cara una abuela enfurecida, a la vida,
quedó ciego el aprendiz de ojo.
solo ausencias por venir.
Un “lullaby” enmudeció al pie de la cuna.
un día como hoy esa mujer golpea a su marido

hoy … que se vayan a la mierda todos!

(Maria Antonia Segarra)

El Silencio...



No lo puedo decir. La voz precisa
quedó bajo el silencio sepultada;
cuando retoza el crimen ya no es nada
el diente que pelea en la sonrisa.

No lo puedo decir. Y acaso es largo
el camino que el daño me asegura.
No lo puedo decir, y sin embargo
sé que está cerca la total negrura.

No lo puedo decir ...Todas las penas
se van volviendo ya como serenas
soledades que aquí no tienen signo.

Aunque la muerte simplemente abra,
aunque al fin me arrebaten la palabra
no me voy a callar ni me resigno.

(Carilda Oliver Labra)


...


Sutiles.
Estrechas y finas.
Hoy una fisura,
mañana una línea más abierta.
Coagulación imperfecta.
Cae el afrecho,
un roce más por la espina.
Co-deudor, medio silencio.

La manta cubre la campana,
tiene manos marcadas en su anchura,
tatuadas por el volteo…

(Maria Antonia Segarra)