..."Padre"

El filo aguzado y servil en la garganta pulsando en el borde,

cada hendidura fiel en el soporte de la carne.

Figura errante,

he de encontrarte siempre del otro lado del espejo que abierto en dos

va pariendo la imagen cansada y altruista.

Viene el invierno nuevamente azotando las ventanas,

el silencio tranquilo debajo del cuerpo,

duerme a deshoras y cuando se mojan sus labios adormecidos, sonríe

y el olor a blanco debajo de las caderas,

el cuerpo habitante se despeña en los recuerdos oscuros

y vienen las ráfagas de locura como ventarrones ociosos...

se ahuyenta el silencio,

nadie podrá juzgarle de nada que no haya hecho,

quizás en su desvarío ignorante,

pueda acusarle de las calles y los extravíos,

desconocido y frente a los ojos de la extraña que ha comenzado a odiar,

se alzó la noche en un abrir y cerrar de ojos,

no me di cuenta de su avanzado paso sobre la piel,

un azulado violáceo se apoderó de las uñas,

a quién mas que a mi puede importarle?,

a quién más que a mi le adviene la muerte por los oscuros tumbos de la vida?

siempre asalta la excusa perversa

y desmerece el final escogido hace siglos,

demorar este cauce sin frenos que emprende el viaje al conocimiento, nuestro, mío.

A quién más que a mi le importaría el roce tarde-noche del invierno?,

a quién más que a mi le importaría el roce del viento cuando aun esta seca la garganta ?

Todas las tardes hacen el rosario de los muertos,

todas las tardes hacen el rosario por mi y lo único que atisbo a distinguir… “Padre”


(María Antonia Segarra)