Palabras Imposibles...

...y un camino lleno de gotas
y palabras imposibles.
Qué sol tenue el de esta tarde
tiene el reflejo de unos ojos...
gran intento seductor del pensamiento,
pero es el mismo nicho lleno de palabras imposibles,
sin destino: pensamiento del muerto y su resurrección,
helada barra de la noche ciega,
se quedaron flotando en el cementerio,
llenas de aire...
obstruidas por la nada del silencio.

María Antonia Segarra

Sin Juzgarme...


A veces tengo esa lejanía y atisbo por un Segundo el deseo de la mirada de algún poeta,
qué se yo… de alguien a quien pudiera escuchar hablar por horas,
de cualquier cosa, inclusive solo divagaciones, me preguntaba
de quién me hubiera gustado escucharlas… Pessoa?; Beckett?;
quizás la historia de amor de Pavese, la angustia inexplicable de Virginia Woolf,
su búsqueda de piedras, del tamaño preciso, qué pensaba mientras las buscaba,
exactas, para su propósito…; la inexplicable pausa y narrable desenlace de Alejandra,
siempre escribió sobre cómo acabaría, insostenible acecho de la muerte;…
la farsa de Ciorán y su pancarta de suicidio, me hubiera gustado verme reflejada
por un momento en los ojos Celán, su talento, su pasión...
quizás en un momento perpetuo de algún fragmento de historia
reclamado por Don Pedro Mir,
escuchar hablar a Roselli de su interminable guerra espiritual,
volver a perderme bajo las tiras palabreadas de Víctor Bidó mientras pintaba…
alucinar bajo el desvarío de Sylvia cerrando y sellando las ventanas
mientras desayunaban sus hijos…
ver el rostro alucinante de Alda Merini y escuchar desde una esquina su gemido
y esa mirada perdida...
aplaudir el discurso amargo de Rokha
por no poder compartir su premio con los seres que más había amado en la vida
y temblar amargamente al escuchar la detonación de su revolver...
debe ser que estoy perdida,
buscando el lugar que osadamente pienso que merezco
y disfrutarlo más allá del entendimiento de los que puedan juzgarme,
aun... en este momento…


Maria Antonia Segarra

Aniversario...

Solo un paso en la tiniebla,
una taza de café y mil preguntas...

Sonreír también duele.

Hacerse de las provisiones necesarias
y es lo nuevo que es viejo y se viene con
una lluvia de ganas y de estrepitosas voces.

Solo una señal, nada...

Letárgico el argumento de los ojos
y luego... como una ceniza que vaga en el sueño...
la levedad de un dedo que descansa en la distancia.

No hay nada más...y es tanto!

He creido...


He creido... como cada noche frente a la inmensa oscuridad y la esperanza de la luz, como las tardes otoñales frente a la caida de sus hojas...He creido porque todo estaría perdido y la muerte aun impávida acecha tras los muros...

Temo condenarme al silencio de las cosas...

Temo condenarme al silencio de las cosas, al gris contenido de mi mano
izquierda, a ese silencio de dejarlo todo y volverme nada, temo por el
espanto que invade celosamente mis ojos esta noche, los hijos agonizantes
de mi sombra se posan sobre el frio llamado del paraíso, es
la música y es la voz y es la cama y la taza en el borde de la mesa, le he
visto caer tantas veces desde ahí, haciéndose añicos una y otra vez, sin
razón aparente cae y cae al vacío, su corta agonía hasta el suelo, es la
noche y es la perdida oración repetida sin oyentes, los bancos de
madera están vacíos, porque no es domingo...yo espero el domingo,
él escucharía mi voz y me arrebataría del acoso de la niebla.

Su mano vendría a salvarme, sus ojos llenos de lágrimas verdes cuajados
sobre mi... temo por tus ojos y la sonrisa de un pájaro libre... y me abrazas
más allá de las costillas, te he matado, he arrancado el corazón de
sangre que me regalabas, estoy desnuda, desnutrida, confusa y
siempre frente al espejo que me dice todo, dibuja mi cuerpo tendido y
acosado por mi, son mis manos separadas en mi cuerpo las que me
buscan por ti, tengo miedo de mis manos, ocultas con tu rostro, que
sueñan y se humedecen de tus lágrimas... qué hago con esta muerte
que me ronda como un viejo borracho y vigilante de mis senos...

háblame hasta que pueda oirte, no dejes de mirarme, hasta que pueda
verte, clávate como si fueras un hierro, no dejes que el espejo me
trague como una manzana...

María Antonia Segarra

You're the one...

(...)

(Las personas no mueren hasta que las olvidamos...)

Tu regalo...

Y Dios le dio al hombre el genio,
camino de sabiduría,
le instruyó
le hizo caminos,
de piedras,
de mármol,
de paja,
de tierra,
de carne,
de hororres,
de bendiciones,
le hizo caminos,
infinitos,
le dio de comer y beber
para su trayectoria,
adornó sus dias de colores,
brisas,
pensamientos,
sol,
luna... luna... luna...
el color naranja en el atardecer,
la caida agonizante de un sol impetuoso y rey,
la caida... la caida...
lo artificial,
lo que sale de la tierra,
lo que la tierra se come,
lo que el hombre traga y vomita,
la noche... la noche...
espesa y oscura,
majestuosa con olores exoticos
y palabras de amor...
palabras de odio,
palabras enterradas
que no se pronuncian nunca...nunca,
palabras como cristales que envejecen solas,
que se olvidan,
que quedan indelebles,
tatuadas,
superficiales,
arrojadas,
embravecidas, ridículas,
articuladas y vacias...
el hambre,
los sueños...
los de hoy y del pasado,
los despreciables,
los no videntes,
los que se derriban con la lluvia,
los que se miran a lo lejos
y cierran los ojos...sueños...
el parque de la esquina
donde se es ausente y recobra el sosiego...

Maria Antonia Segarra

Desde la ventana me acudo presurosa...

Desde esta ventana me acudo presurosa, como si no me conociera, la piel limpia de cicatrices, aglutinada sobre mi viendo el paisaje deshecho de los días, los que pasaron, los que no pasaron. Tengo un tiempo de sol que adormece, un invierno siempre que late sobre las manos y los muslos, es temprano cuando se piensa en la muerte y un reloj tardío para la esperanza …

Ese largo rio que sueño,

y corre…

y lleva un cuerpo desnudo.

Me vi detrás de las puertas, con la niña de la mano, velando un niño. Un día, todo en un día,. Una vida trepidante que corre hacia la montaña; encontré los ojos del amor, verdes como esmeraldas.

Mil manos sobando el mismo falo acudido en su muerte prematura, pero yo le sé el destino, yo le he parido todos los hijos de la luz en la sombra, leguas y leguas de amor inservible, piedras manchadas de un rio blanquecino.

No hay puertas en el desierto, tú, desierto y ajeno, sin cara y sin mirada, roto de vacío y parte irreductible de lo que ya no queda.

Y terribles y azorados fuimos a los templos, agarrados de la mano, veníamos como cocuyos a esperar el ceremonial de las novicias.

Sueño con el rio largo,

y corre,

y lleva un cuerpo desnudo.

Cómo habitarme si ya estoy ocupada de sien a sien, transitada como una calle…

Vengo de un augurio de mil formas, de ese esqueleto blando, cubierto de otra carne cuando tropieza la noche…


María Antonia Segarra

Nadie podría arrancarme de los ojos este velar a la niebla


Nadie podría arrancarme de los ojos este velar a la niebla,

este vivir la noche como un temblor adherido y consecuente,
merodeado, él vigila la calle, me avisa de la soledad del puerto,
él guardará mis ropas...
Concluirá todo aquello que puse detrás de las palabras
que no terminan.

Niebla que llena de ceguera mis manos,
puro vacio precipitado en los ojos hondos como un rio.
Ayer... solo ayer era feliz y hoy con las piedras y las posesiones en el piso...
Nada me arranca la cólera de la vida.

Cristal esmerilado, deforme acoso de la plenitud que acecha...
Dónde la vida y la muerte?...

Ninguna de las dos ha existido nunca.



Maria Antonia Segarra