...fumandO

Ahora encendí un cigarrillo

tener algo en las manos
detener este temblor de la conciencia entre los dientes
Ahora me levanto y camino sobre las hediondas cloacas de la vida
Mojo mis pies en el orinal de las gatas paridas
Maternidad de muerte inminente
Se consume
y el humo hace un reguero de esqueletos en el aire
Nada es suficiente en esta larga noche de mierda
Quejosa brisa que entra alarmada por la ventana apagando las velas
La oscuridad es la puta de las horas
Algo húmedo entre las pestañas se desprende
Es el juicio de lo que se aniquila pausadamente
Inhalar
Exhalar

Inhalar
Exhalar
Hasta que amanezca.

(...)

¿En dónde estás ahora? ¿Qué sitio del mundo se está haciendo tibio con tu presencia?...(Vicente Huidobro)


Hay una sombra paseando mis dedos
Unos dias que me arrullan en la pasividad de los que cantan
Hay gente que suceden en las calles
El recuerdo del hijo muerto me ha visitado
Son las horas paganas del recuerdo
Las horas donde se deslizan las hormigas entre los quicios de las paredes
La inutilidad del eco sordo que retumba en el seto
No hay mirada fija, vaga sedienta de los ojos que no ven
Descansa en la ciega caída de una tarde de nubes
El recuerdo del hijo muerto me ha visitado
No se ha sentado entre las violetas
Ha venido a mis muslos a recostar su cabeza
Los labios pronuncian su nombre muy bajo
La compañía de la hora se difumina entre la neblina necia de la tarde
Es la hora que se confunde con el amanecer
Pueblos iguales, en las plazas, llamándose por las campanas,
Las sirenas de los barcos que avisan que el mar impacienta
La caricia lenta de la mano sobre la cabeza
¿Dónde esta tu pecho en esta hora?

...Y Fede También






No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.

No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo

porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.


Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,

como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.


No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.


Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.


(Fede)



Sylvita...eL úLtimo



LÍMITE
(El último poema que escribe, la víspera del suicidio:)

La mujer alcanzó la perfección.
Su cuerpo muerto muestra la sonrisa de realización,
la apariencia de una necesidad griega
fluye por los pergaminos de su toga,
sus pies desnudos parecen decir,
hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Los niños muertos, ovillados, blancas serpientes,
uno a cada pequeña jarra de leche ahora vacía.
Ella los ha plegado de nuevo hacia su cuerpo;
así los pétalos de una rosa cerrada,
cuando el jardín se envara
y los olores sangran de las dulces gargantas
profundas de la flor de la noche.
La luna no tiene por qué entristecerse,
mirando con fijeza desde su capucha de hueso.
Está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus negros crepitan y se arrastran.

(Sylvia Plath)

refleXión I


Me veo caminar en la ciudad oscura y solitaria,
de frente al frío y la lluvia,
dejando un rastro que tal vez alguien recordará,
inmóvil frente a la fábrica de mis penas,
es tarde ahora para no querer o para querer demasiado,
no hay oportunidad para los harapos de la carne que me acompaña,
mis omoplatos han salido de sus cauces,
las orillas de mi cuerpo se han desvanecido en las manos que nunca tocaron,
pero ahora es tarde para recordar el abismo de lo que no pudo respirarse,
ahora es cuando,
ahora es que las manos se han teñido de sangre
y pueden mojarse,
ahora ya nada lavará la catástrofe de mis pensamientos.

El silencio de otros me atormenta
y la vanidad de mis pieles ya no sirven de nada,

las luces se han ido del franqueable cielo rojo,

qué se puede esperar del abatimiento seco de alas de un pájaro enfermo,
cocidos por los alambres y sus pies,
no,
ya no es el tiempo de las violetas,
las solitarias de otoño húmedo y tierno,
soy una carabela buscando el hoyo de sus sienes,
el frágil cuerpo de un recuerdo adolorido…

Saldría a dar excusas por ser hosco,

si eso significase

alguna mejoría para el árbol;

si con ello lograra separarme de los legisladores,

de los pulcros inspectores del ocio.

Si,

saldría con la inocencia del titiritero,

alejado de tóxicos,

llevando una higiénica flor,

una estampilla de carácter azul,

algún diploma de fascinante titulo y ornato.

Me iría con un perro de diamante,

con un lacustre amigo,

y en un mercado o en un templo

dejaría mis vendas,

mostraría mi brusquedad de origen argentino.

La gente

a lo mejor,

los contratistas,

los patrocinantes del infortunio,

los subastadores de la piedad,

quizás

me disputaran,

quizá ofrecieran bolsas de sal gema por mi disculpa publica,

por eso que justifica a los desventurados

ante los mercaderes y los jueces,

pero sucede

que no estoy dispuesto;

sucede que me acuerdo de un mutilado,

de un caballo ulcerado,

de un recorte mostrando a un desgarrado sueño,

y no transijo.

Vuelvo la espalda. Se que para entonces,

sobraran las excusas y los rituales.

(Gaviero)



I'll Be Making Love To My Man...



Quedo aquí, viéndome en la sombra
Envidio la transparencia de la muerte.

A gatas me revuelco en su cuerpo, que me acecha.

El esta convencido del amor y la muerte


Me llevo encadenada a la cintura, sus ríos,
profano los días que me roba.

La inutilidad de la ventana me desquicia

Hay olor a cuerpo.


A mitad de la raza escribo tu nombre.
Galopa el cuerpo que monta.
En el sueño solo yo restauro su boca.
Dame aliento de pecho,
Crújeme,
como la puerta azotada por el viento.

Sombra

Hay una sombra que se desliza sobre el cuerpo
y acuna en seda la transparencia de los desvalidos
puede comer desde su mano.
Hay una golondrina que vuela.
Espinas en la ola de un mar de carne
que solloza frente a la huida cuando esta cerca, el silencio en la puerta.

Un segundo hace la vida,

un filo corta el cuerpo,

huye la sombra entre los matorrales calientes del invierno .
No hay tiempo,
la tarde en sus molinos viejos:
recrudece.

La sombra se desliza .

(AmaGav)

***

La huella ha quedado sola,
Negrura del día derretida en la espera,
Parpados viejos desmienten el alba.
Lluvia nocturna
De antiguas caras devueltas al abismo,
Vendrá serena la noche
Mojada su morada
la oscuridad perpetua,
Espanta su propia muerte,
La ve huir sobre los rosales…

(...)



Aquí donde se esconden las soledades en claustros cristalinos y la conciencia se recuesta de la conformidad angustiosa.

Aquí en la jaula con barrotes de agua se arquea la mirada, penetran a través de las paredes, la mentira se deshace en verdades fragmentadas de color añil y queda la sombra vagando entre las ramas secas, el sonido de la noche se congela en los labios cuarteados, huyen las palabras a refugiarse detrás de cualquier promesa lejana.

Hay un espejo delante que no se refleja en el viento, se corre la neblina, deja al descubierto las palmas y un adiós suspendido de bocas clausuradas.

hay un hombre que se detiene a mirarme con sus manos mojadas de señas ya vistas por tantos, he detenido mis ojos y me ha cautivado, pero no le alcanza la piel, se desanda entre cuerpos invisibles, cuenta historias parecidas y sus palabras ausentes enceguecen la aurora y habla y se esconde su silencio como la muerte y resucita entre los que no pueden y logra y no puede y arroja la soledad en que vive…queda atrapado entre mis manos, va marchito entre mis ojos, aquí donde la promesa se derrite como vela encendida y apaga lentamente besando la brisa que le roza.

Se deshace aquí, donde las nubes van perdiendo su color, escucho la melodía, siento la caricia y me deja con esta melancolía debajo de los párpados…

8:22 a.m.

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Hace cuatro días que llueve
Hoy también
No tengo deseos de salir de aquí
Debo usar ropa que no va bien con la lluvia
No podré mojarme
Ni usar los zapatos que quiero
Que es lo que pasa?
Alguien me trae café
Dice alguna cosa de la hora
No presté atención
Estoy mirando por la ventana,
Comenzó a llover otra vez.
La noche anterior…
Por qué siempre debe haber una noche anterior?


Alguien tenía un cartel: A LAS MUJERES LES GUSTA QUE LOS HOMBRES MIENTAN

Sonreí
Los días después de esas noches anteriores
Saben a raro
Te dejan así, como un punto medio en la cama
Y la mirada apendejada y perdida por la ventana
Y la indecisión para escoger los zapatos…

...


Y recordaremos todo,
las manijas de un reloj partido a la mitad,
habrá algo que nos dirá quizás
que debamos mirarnos otra vez,
aunque la luz haya partido,
las manos reconocerán el lugar donde no estuvimos,
las habitaciones revueltas y vacías por el tiempo,
los libros, con los marcadores,
nos contarán la historia.
si fueras miel,
te lamería entre mis dedos.
tu aliento espanta mi muerte
Que haríamos de la prox cuadra?
De las caras en los cotidianos días,
Qué nos daría la necedad de no aceptarnos en el medio de este mar,
inmenso en la oscuridad,
frágil como lágrima.
Vamos a buscarnos en nuestro espejo,
la simpleza de lo que somos…
no rompimos la soledad,
ni el silencio se nos vino abajo.
El desierto floreció esta noche,
aunque se nos desnuden los ojos
frente a esta hegemonía…

Matar A Un Niño




"...y el hombre que ha matado a un niño sabe que este silencio es su enemigo, y que va a tener que necesitar años de su vida para vencerlo, gritando que no fue su culpa. Pero sabe que esto es mentira, y en sus sueños de las noches deseará en cambio tener un solo minuto de su vida pasada para "hacer este solo minuto diferente".
Pero tan cruel es la vida para el que ha matado a un niño, que después todo es demasiado tarde."

...Un Recuerdo




“Nadie puede engañarte si puedes mirar sus ojos”… (F.R. Peña Díaz)


Él esta sentado en la silla,
ha visto que llueve y es de tarde,
sus ojos no me siguen,
se quedan fijos en la lluvia,
yo le hablo,
él no mira mis ojos,
él no sabe,
él no mira,
la lluvia cae
y sus ojos le sonríen,
él murmura alguna cosa,
mueve sus labios
y habla bajo,
he tomado una de sus manos,
tibias,
son grandes sus manos,
se pierden las manos mías debajo de sus dedos,
él no ve mis ojos,
esta ausente,
él murmura una historia,
él habla con la tarde,
le sonríe,
él no ve mis ojos,
sus manos se enlazan en las mías,
yo busco sus ojos,
él solo ve la lluvia,
le gusta la lluvia,
es de tarde
y él le mira su ropa gris.

Yo beso su mirada,
ausente,
él no sabe que estoy ahí,
él esta con la tarde,
y dice alguna cosa
y desvía su mirada hacia mis manos,
se queda mirando las manos,
las manos nuestras,
él no reconoce mis manos,
están frías mis manos,
él posa su mano sobre la mía,
él no mira mis ojos,
él regresa a la lluvia que se ve a través del cristal,
le ha sonreído a la tarde…

(Love You Daddy)

daRía sueRte la oscuRa veRdad




“Solo las palabras simples maduran por si mismas”…Lao Tse


I

Muy cerca, la luz.

El prado envejece y se aleja.

La brisa nos atrae.

El recuerdo y el otoño

Bordean la pira.

II

Se viaja aún la consecuencia.

El hombre se vuelve y es un eco.

Se oculta el paisaje:

Un vago rumor que viaja.

III

El áspid engulle las horas,

La redoma, el paso oculto

Y el qué será.

Se cierra el portón:

El silencio prolonga la ausencia.

IV

“Ahora” –dijo el hombre.

Envejece la voz

Y el árbol florido del ahora.

Nada intacto queda,

Ni siquiera lo humano.

Nadie dio luz a esa voz

Que ardiente se rebela.

V

Abro la puerta que da al patio-

Oigo y desoigo el silencio herido.

Oigo el silencio de las ramas,

En él me oigo silenciar la mañana.

VI

No augura quien árido respira, es.

Cuando se yergue el presente,

La tarde se ha ido.

Las olas roen y respiramos.

En los bordes todo avanza

Y en las inmediaciones un instante

Subjuntivamente distante.

VII

(Música)

El clarinete azul

Y el tambor de los sueños trenzados

-al oído-: el cielo.

Las estrellas en mis ojos alumbran

En amores,

El cuerpo ahogado agitando el camino.

(Esa inmensa música, cada día, es un delirio.)

VIII

No hay postal

Y si la hubo nada vi.

Incensar.

Cada día, la luz y la sombra.

La manera se confirma:

Uno va sin regreso.

IX

Dándote –se agiganta la luz-

El naufragio en las lágrimas

Y la muerte en la entrega.

Dándote –imaginando el regreso-

La premura en el almendro.

No niegas otro laurel el verme.

Dándote –todo darte-

Sufro en la entrega.

X

El ángel sube,

La voz en el estanque manchado de hojas.

El reflejo en la quietud da sombra al aire.

Nos iremos en las hojas desteñidas

-vestigio que el agua arroja-.

La simiente en otro florece,

-se humaniza el ángel-

Y la luz redobla en el aire las miradas.

XI

En el campanario las aves del laúd. Estremecido el año,

Tiene mil rostros. Otros palparon lo mismo

-en tierra firme-, la mudez en la mirada.

Regresan las aves, tañen en el mismo año,

Tienen mil rostros.

XII

Los ojos del mar se sosiegan en mi casa.

Resulta monstruoso el azul turquesa

Y nos tendemos en las algas.

(Su espumosa luz nos vence.)

La visión permuta en los rincones

-cantamos en la huída-

Cuando se burla la imaginaria razón.

XIII

Los niños –seducidos- rinden tributo

Al mar en la risa.

(EL CARTEL DE LA TARDE)

Alguien sirve almendras vinosas,

Dulces a pesar de la sal y el yodo.

El resol, escritura que los niños

Ignorarán siempre.

Rosal de espuma –veinte años después-

No son artesanos de la risa en el recuerdo.

(SENTADO EL DOMINGO RETOMO,

VEINTE AÑOS ATRÁS)

XIV

Se repite –nada certero-.

No hay culpa.

Algo que disuelve en la esfera

Sin que escape la orden de la red.

La mariposa en la fuente, oscura

Y sin dueño.

(En la red, el símbolo).

XV

Daría suerte la oculta verdad,

En el sueño seríamos menos.

Si de suerte se embistieran las barcas

Habría ritos en la playa

Y amor en los hoteles.

El mar no sería indeciso,

Donde los muertos descansen.

Mejor destrozar la pelvis –cara- al cielo

Y deambulen sin ofrenda ni afeite,

Como el primer cadáver.

XVI

Orgulloso, olvidó el ayer

Y quiso entrenar la arrogancia

En la vanidad de las letras.

Ansioso, obligó a las Musas

A los ritmos pastorales

Y esgrimió el viento en época de Homero.

Se deleitó viendo morir

Y cantar quiso viejas églogas.

-Habían voces…también ecos-.

Al fin sació la verdad de ser el mejor.

Doblaron campanas sin cortejo;

Olvidó de sí el ayer

Y quiso entrenar la arrogancia

En la vanidad de las letras.

XVII

Se puede escuchar, indudablemente,

Como si no lo hicieran.

Atentos, sellaron sus labios;

Antes rieron y contaron historias.

Hoy escuchan al dormir, sin visión alguna.

Te oyen lo inefable mientras los escuchas soñar.

Se puede escuchar, indudablemente,

Como si no lo hicieran.

XVIII

El silencio acrisolaba los objetos

Emergiendo de la tierra.

Vi el cortejo, era hermoso en el mar.

Lo vi en el umbral del sueño

Mientras miraba la flor.

El silencio acrisolaba los objetos

Emergiendo de la tierra.

XIX

De muerte azuzando el retiro en el mar.

Queda la barca, nostálgica y triste.

De silencio con prontitud

El amor cae en la muerte.

XX

Fuero días en el ánimo de los labios.

Agreste sensación.

Los ojos aspirando el rojizo

Y la piel amarillenta – una flor herida.

La noche se fue quedando en sus ojos –

Se fue amando a Dios la tía.

Vino su barca – y en lo alto un ardiente sol – .

Días cenicientos bajo el rigor de la quietud

XXI

Bendita en la solter161a

Y de cielo en cielo la gloria

-imagino la alegría-.

Bendita en la lenteja de Dios

Donde muchedumbre fue el pez.

Plácidamente leía el Sermón

El ángel sobre el demonio, venciéndole.

Bendita ante la insistencia del gesto

Y los gusanos.

(Hubo de cavar en la memoria

Los que de alegría no ven.)

XXII

El amor se orilla en la saeta

Y el día culmina con la muerte.

De la cruz el silencio muestra

La grandeza y la miseria.

La noche vela el haber sido

Mientras se alejan los peregrinos.

XXIII

Son diáfanos los objetos.

La sensación es infinita.

Claro, ignoro que doy

La mayor cualidad a lo mirado.

En la primera, se reflejan en mí.

En la segunda, soy quien gobierna

El infierno o el paraíso que se refleja

Más allá de mí.

XXIV

Ayer murió el viejo.

Dicen que ahogar quiso a su mujer

Mientras agonizaba.

La amaba tanto.

Era tedio y repetición.

XXVI

Si toco la puerta tiemblo

-quietud en la ceniza - .

Después habrá de tocar, no ahora,

Infiniquitarse –o mañana-

Mientras cae la aurora.

Si tocar pudiera no retiraría

-a pesar del dolor- los sueños.

Evoco tocar, aunque muera la vanidad.

Dicen los que aún no regresan

Que la sensación es pura perturbación.

XXVII

Regresó más ardiente – dijo-

Al mirar el olvido.

No reparó en la sentencia.

La desesperación vino al seguir la voz.

No había nadie que pudiera retener

Semejante orden.

XXVIII

Algo de luz procesaba el encanto.

El crepúsculo era un ave en la mirada distante.

XXIX

De gris la lluvia en la tarde

(no era una tarde de lluvia),

Sino de gris vestía la tarde,.

Entre sus criaturas había un saxofonista

De nubes bajas que elevaba el alma.

La gente ignora el gris de la tarde:

Un escarabajo solfeaba en el corazón.

XXX

Sonó el artefacto.

La niña miraba la flor

Mientras se perdía la casa.

Alguien la vio subir y caer

Mientras subía el ataúd de la flor.

XXXI

Sobre la noche navegan los rateros

Despacio en el recodo.

Viajan los peces contra la barca

Inmóviles en la oscuridad

Mientras se vela lo irremediable

Nadie quiere recordar.

XXXII

Un muro

Y no para de llover.

Cavamos en el lodo y brillan las hojas

Intensamente verdes, mudas prefiguran el cielo.

Empapados, inconscientes, rodando…

Tememos ser caudalosos.

Nos acompañan la soledad y el pensamiento

Y no queremos saber donde llega

El airado frío.

Asusta el torrente. Razón para despedirnos,

Por si no nos acompaña la suerte.

XXXIII

Da fruto la lluvia en el alma.

Crece inhóspita y salvaje

En su calabozo de tierra.

XXXIV

No es terror mi ausencia

-candil desbordado-

El espasmo en el instante.

Hay que agregar la magia

-el redoble en el fenómeno-

De no memorizar la mano en la sombra,

Lo inesperado concita el asombro.

Es más que obsequiarse después del susto

La silueta de lo que pudo en el olvido.

XXXV

Debajo del almendro.

Dulces sombras del verano

Ocupa su resorte el instante

Donde las mariposas armonizan.

Debajo del almendro

El cielo agujereado por las nubes

Donde duerme un joven aterciopelado

Por la luz y el silencio.

XXXVI

Dando vuelta atrás los años.

Claro en lo acontecido dentro

El arrepentimiento en lo que se hizo

Y no se pudo.

En los ojos la huella y, en cada vuelta,

El bastón cae y retumba. Mi padre, incómodo,

Pide a la inutilidad de los años

Un poco de anhelos al instante.

XXXVII

Quizás ahora, indecisa una tormenta

En las hojas crispadas.

Quizás puedas decidirte

Entre papeles y cigarrillos

Rezagado por tu llegada. ALGO PUEDE después

Recatarse en la entrega, intacta,

Que no resiste la lejanía

Que espera y exige el perdón en sus labios.

(Víctor Bidó)

hablO

...(MAS)