He venido en sombras...



He venido en sombras
recreada en algún recuerdo
posesa de los gritos lejanos del placer
posiblemente con llantos olvidados
por la edad
repetidas veces ausente como alguien
a quien le han revelado el día de su muerte

Solo así concibo el puñado de noches y días
avanzando como una larva dueña del mundo
y de la vida sin atraer el peligro
sonámbula de no mirar el piso
ni las manos,
guiada por el olor final
el camino interrumpido.

Otra vez visite las horas de la noche...



Otra vez visite las horas de la noche
Anduve de dedos en sus ojos y la piel
Nuevamente colgué del péndulo
la risa azul…
Visite los balcones de la muerte
La piadosa tranquilidad de sus meandros
Adoración del eco y una voz enterrada
Corrí con brazos abiertos al desierto de mi vientre
Del miedo y sus imprecaciones…
Trepidante en el ocaso
Alguna cosa irremediable volvía a morirse
Una y otra huella en trance al camino
Venda y soneto
Racimo de sueños
y el umbral… siempre vacio.

Es de estos fosos que te miro...



Es de estos fosos que te miro
de estos poros que no respiran
desde esta piel azul de frío
fuera de estos brazos
lejos de esta lengua que te nombra
cerca de la soledad
en conquista del vacío...

Te he hecho añicos, basura, lodo del camino...



Te he hecho añicos, basura, lodo del camino
y he vuelto a construirte...
Todo el pedregal de tu historia
un otoño blanquinegro y anónimo.
Los niños danzan descalzos en la penumbra,
fuegos artificiales cruzan el viento
y un gran carrusel detenido en una esquina
por donde vienen los augurios de la felicidad
yo, que no padezco de ninguna belleza,
anónima ante el vástago que adormece fijo
como un espantapájaros, posé mis labios en sus manos
anduve en siluetas sobre las paredes de su vida
y un aguijón de murciélago me hincó en el vientre
parido de tus hijos de luz...
Quien no existe me ha mirado
y qué es lo que me viene como un destierro?
el aroma a tierra húmeda...
una huella de quien no ofrece más que palabras a una muerta.

Locura...



Locura, observadora incansable
hacedora sublime del mundo
manto transparente al viento que con un soplo solo...
el horizonte se transforma en la orilla del universo
aliento impredecible de un abismo cercano...

Todo el peso del camino en unos ojos...



Todo el peso del camino en unos ojos
el horizonte pálido ha venido a despedirme
con su gesto suave de hoja caída
tu nombre escondido sobre los árboles
tímido y trepidante aun desconocido de mis raíces
de mujer primitiva y húmeda
fuimos y no terminamos de ser esta tarde
acudimos presurosos a los labios
He visto las rosáceas mañana sembrarse
en los huertos de la espera
con su neblina en las albas ocluidas
y allí tus ojos, perennes
a la espera del celaje
bendecidos por el lenguaje terrible de los pájaros.