Moonlight Serenade...

Reliquias...

Me imagino que siempre nos acompañaremos como viejos conocidos,
con ese oro ya empañado por los años,
con los errores por encima de los labios,
dibujando solo una cruz gastada con los dedos,
ese pulgar tan besado y lleno de milagros…
Que serias ahora? abandonado en el camino,
la ráfaga en la mirada de algún loco que se creyó feliz justo en el borde del abismo,
pudieras dibujarte como una conciencia mal parida y pestilente,
pero fuiste hasta de rosas…
tendría miedo de llamarte quimera,
ardías en una realidad que cegaba los somníferos escondidos,
nadie podría dudar de ti, de ser realidad prolija,
soberbia encima de todo como una equimosis persistente,
bizarro como un momento conteniéndose en el pliego del tiempo…el tiempo… el tiempo… un aire zafado de adentro como una soga arrojada a su suerte,
nadie se escapa de la horca, una sentencia que vibra …
y quien podría venir despacio y susurrante a pedirle limosnas a la vida…

También podría besarte debajo de la lengua,
olvidar que tengo un demonio en los sesos enjaulado hace años en la rutina memorial de tu ausencia,
con el movimiento justo del moribundo que alarga su agonía,
su asfixia como el pez a flote
y el deseo del roce como un manto contaminado de tus ojos,
afanosos quejidos que de noche reconocen la soledad entre la gente ignorante de la carne,
de pies andando sobre un cuerpo de piedra,
de manos cortadas en los puños…

Diría que vinieron a salvarme en madejas,
cosiéndome con virutas,
lanzándome de ti como algo irrecuperable,
desdeñosa en el silencio…
con lo que fuiste... alojado en el pulmón…
Enferma de distancia
vengo con un alto en el pesado ojo de la noche
y cientos de semillas negras en la garganta

Dónde arrojar cada cosa... dónde reposar los dedos...


Maria Antonia Segarra