Maldito

Dentro de seis o más meses, o tal vez mañana, estaré ciego. Es mi triste, mi triste vida
que continúa.
Los que me engendraron lo pagarán, decíame antaño. Pero hasta hoy no han pagado nada todavía. Yo, sin embargo... es preciso que entregue ahora mis ojos. Su pérdida definitiva me liberará de sufrimientos atroces. Es todo cuanto puede decirse. Una mañana mis pupilas estarán llenas de pus.
Sólo habrá tiempo de intentar inútilmente algunas pruebas con el terrible nitrato de plata, y se acabará con ellos.
Hace nueve años que mi madre me decía: "Preferiría que no hubieras nacido".

Henry Michaux

A qué le temes?...

A qué le temes? hay tanta soledad en tus dedos, el pasado es un largo pasillo lleno de habitaciones oscuras, pero yo estoy aquí, niña…augura esa vida sencilla que deseas, las mañanas cálidas, miradas rápidas y encontradas en la cotidiana salida… cuándo te enclaustraron? Y te dejaron tirada frente a los abismos de tu mente, no pasó nunca y le sonreías a un espejo vacío y jubiloso de haberte encontrado, pero… jamás te vio aquella mañana cuando apresurado olvidó besarte… aquí ya todo es sombrío, el sillón se abalanza con la muñeca de ojos grandes, ya no quieres mirarme, he permanecido inmóvil para no despertarte, reíamos de las cosas simples, he visto tu cuerpo transparente arroparse con el frío…si fuera jueves, pero los domingos las manos se van solas al sepulcro buscando la calidez del paseo, no puedo ver más tu carita al sol, no la recuerdo, hay pestañas regadas en el cuarto, hubiera preferido los pétalos, pero las violetas han muerto…la eternidad no existe y todo se clausura al cerrar las puertas… a qué le temes? No pasa nada, solo es el sonido del tren llevando almas…


María Antonia Segarra


Velando un Muerto...



Maria Antonia Segarra

Después de un gran dolor...

Después de un gran dolor hay un sentimiento solemne,
los nervios se asientan ceremoniosos,
como tumbas,
el rígido corazón pregunta si fue él quien tanto aguantó
¿ayer o hace siglos?

Los pies, mecánicos, recorren por la tierra, el aire,
o la quimera un camino de bosque trazado al descuido,
resignación de cuarzo, como una piedra.

Ésta es la hora de plomo recordada,
si sobrevivimos,
como recuerda la nieve quien se está helando: primero frío,
luego estupor,
después adiós

Emily Dickinson

Westwego...

Todas las ciudades del mundo
oasis de nuestros tedios muertos de hambre
ofrecen bebidas frescas
a las memorias de los solitarios y de los maníacos
y de los sedentarios

Ciudades de todos los continentes
sois banderas
estrellas caídas a la tierra
sin saber muy bien por qué
y las amantes de los poetas de ahora
Me paseaba yo por Londres un verano
los pies ardientes y el corazón en la mirada
cerca de los muros negros cerca de los muros rojos
cerca de las grandes dársenas
donde los policemen gigantes
llevan encima un punto como las interrogaciones
Se podía jugar con el sol
que se posaba como un pájaro
sobre todos los monumentos
paloma viajera
paloma cotidiana
Fui a ese barrio que llaman de Whitechapel
peregrinación a mi infancia
en donde no encontré
más que a gente muy bien vestida
y tocada con sombreros de copa
a cerilleros
con canotiers
que gritaban igual que las verduleras francesas
para atraer clientes
penny penny penny
Entré en un bar
vagón de tercera clase
en el que estaban sentadas a la mesa
Daisy Mary Poppy
junto a pescaderos
que mascaban tabaco cerrando un ojo
para olvidar la noche
la noche que se acercaba a paso de lobo
a paso de hurón
la noche y el olor del río y el de la marea
la noche que desgarra el sueño
Era un día triste
cobrizo y arenoso
que se perdía lentamente entre los recuerdos
islas desiertas tempestades de polvo
para los animales rugientes de cólera
que bajan la cabeza
como usted y como yo
porque estamos solos en esta ciudad
roja y negra
en la que todas las tiendas lo son de comestibles
en la que los mejores tienen los ojos muy azules

Hace calor y es domingo
triste
el río es muy infeliz
y la gente se ha quedado en sus casas
Paseo cerca del Támesis
una sola barca se desliza para alcanzar el cielo
el cielo inmóvil
porque es domingo
y el viento no se ha levantado
son las doce son las cinco
uno ya no sabe adónde ir
un hombre canta sin saber por qué
igual que yo camino
cuando se es joven es por la vida
mi infancia enjaulada
en este museo sonoro
de Madame Tussaud
está Nick Carter y su bombín
hay en su bolsillo toda una colección de revólveres
y esposas brillantes como juramentos
A su lado el caballero Bayard
que se le parece como un hermano
está también la historia santa y la historia de Inglaterra
junto a los grandes criminales que han perdido sus nombres

En el lugar al que he ido al salir de allí
no hay cafés
ni luces que hacen desvanecer las palabras
no hay mesas en las que apoyarse
nada que ver nada que mirar
no hay vasos
no hay humo
sólo aceras largas como años
en las que manchas de sangre afloran al anochecer
he visto en esta ciudad
tantas flores tantos pájaros
porque estaba a solas con mi memoria
junto a sus rejas
que ocultan los jardines y los ojos
“en las orillas del Támesis
una mañana de febrero
tres ingleses en mangas de camisa
se desgañitaban cantando
curda la la curda la la curda la la”
Autobús tea rooms Leicester square
os reconozco aunque no os he visto jamás
sólo en las postales
que recibía mi criada
hojas muertas
Mary Daisy Poppy
pequeñas llamas de fuego
en este bar sin mirada
sois las amigas que un poeta de quince años
admira dulcemente
pensando en París
por una ventana
pasa una nube
es mediodía
atravesando el sol
Caminamos porque somos necios
corremos porque somos alegres
reímos porque somos fuertes

Extraño viajero viajero sin equipaje
jamás he dejado París
mi memoria se me pegaba a los talones
mi memoria me seguía como un perrillo
yo era más dócil que los corderos
que brillan en el cielo a medianoche
hace mucho calor
me digo en voz baja y muy seriamente
tengo mucha sed tengo de verdad mucha sed
sólo poseo mi sombrero
llave de los campos llave de los sueños
padre de los recuerdos
nunca he dejado París
pero esta noche estoy en esta ciudad
detrás de cada árbol de las avenidas
un recuerdo acecha mi paso
Eres tú mi viejo París
pero esta noche definitivamente estoy en esta ciudad
tus monumentos son los límites kilométricos de mi fatiga
reconozco tus nubes
que se cuelgan de las chimeneas
para decirme adiós o buenos días
noche tú eres fosforescente
te amo como se ama a un elefante
tus gritos son para mí gritos de ternura
soy como Aladino en el jardín
donde frotó la lámpara maravillosa
no busco nada
estoy aquí
estoy sentado en la terraza de un café
sonrío mostrando mis dientes
al pensar en todos mis famosos viajes
quería ir a Buenos Aires y a Nueva York
conocer la nieve de Moscú
partir una noche a bordo de un buque
hacia Madagascar o hacia Shangai
remontar el Mississipi
he ido a Barbizon
y he releído los viajes del capitán Cook
me he acostado sobre el musgo elástico
he escrito poemas al lado de una anémona silvia
escogiendo las palabras que pendían de sus ramas
las vías del tren me hacían pensar en el transcanadiense
y esta noche sonrío porque estoy aquí
delante de este vaso trémulo
en el que veo el universo
riéndose
por los bulevares por las calles
todos los macarras pasan cantando
los árboles secos tocan el cielo
ojalá lloviese
se podría caminar sin fatiga
hasta el océano o más lejos
allá donde el mar palpita como un corazón
más cerca de la ternura cotidiana
luces y ladridos
el cielo ha descubierto la tierra
y el mundo es azul
ojalá lloviese
y el mundo estuviera contento
también hay mujeres que se ríen y me miran
mujeres cuyos nombres desconozco
los niños gritan en sus jaulas del Luxemburgo
el sol por fin ha cambiado después de seis meses
hay tantas cosas que bailan delante de mí
mis amigos repartidos por todos los rincones
mañana los veré
André el de los ojos color de planeta
Jacques Louis Théodore
y el gran Paul mi árbol querido
y Tristan cuya risa es un gran pavo
estáis vivos
he olvidado vuestros gestos y vuestra voz verdadera
pero esta noche estoy solo yo soy Philippe Soupault
desciendo lentamente por el bulevar Saint Michel
no pienso en nada
cuento los reverberos que tan bien me conozco
al aproximarme al Sena
“cerca de los Puentes de París”
y hablo en alto
todas las calles son afluentes
cuando se ama ese río por el que fluye la sangre de París
sucio como una puta sucia
pero también simplemente el Sena
al que se le habla como a una madre
yo estaba muy cerca de él
se iba sin pena ni ruido
su recuerdo extinguido era una enfermedad
me apoyaba sobre el pretil
como cuando uno se arrodilla para rezar
las palabras caían igual que lágrimas
dulces como bombones
Buenos días Rimbaud cómo te va
Buenos días Lautréamont cómo te encuentras
yo tenía veinte años y no me sobraba ni un céntimo
mi padre nació en Saint Malo
y mi madre vio la luz en Normandía
yo fui bautizado en el Canadá
Buenos días a mí mismo
Los vendedores de alfombras y las bellas señoritas
que arrastran la noche por las calles
los que guardan en los ojos la dulzura de las lámparas
aquellos a quienes el humo de una pipa y un vaso de vino
les parecen igual de insípidos
me conocen sin saber mi nombre
y me dicen al pasar Buenos días
y sin embargo hay en mi pecho
pequeños soles que dan vueltas con un ruido de plomo
gigante de bulevar
hombre tierno del palacio de justicia
el rayo es más bonito en primavera
Sus ojos mi rayo son tijeras
conductores aún me quedan siete cartuchos
ni uno más ni uno menos
ninguno es para vosotros
vosotros sois feos como interrogatorios
y yo leo en todas las paredes
tapiz tapiz tapiz y tapiz
los grandes convoyes de las experiencias
junto a nosotros junto a mí
cerillas suecas

Las noches de París tienen esos olores fuertes
que dejan los lamentos y las jaquecas
y yo sabía que era tarde
y que la noche
la noche de París iba a acabar
como los días festivos
todo estaba bien compuesto
y nadie decía nada
yo esperaba los tres golpes
el sol se eleva como una flor
que se llama creo diente de león
las grandes vegetaciones mecánicas
que sólo aguardaban un impulso
trepan y caminan
fielmente
ya no se sabe si hay que compararlas
con la yedra
o con los saltamontes
la fatiga ha desaparecido
veo a los marineros que salen
para limpiar el carbón
a los mecánicos de los remolcadores
que prenden su primer cigarrillo
antes de encender la caldera
allá en un puerto
un capitán saca un pañuelo
para enjugarse la cabeza
por costumbre
y yo el primero esta mañana
digo a pesar de todo
Buenos días

Philippe Soupault

Últimos Cartuchos...

La noche tiene ojos sin pupilas
y largas manos
Qué buen tiempo hace
Hay una estrella roja
y largas serpientes nocturnas
Hace buen tiempo
Es necesario gritar para no estar triste
las horas danzan
Es necesario rugir para no matar
para no morir cantando
para no enrojecer de vergüenza
y de rabia
Nada mejor que irse
tomar el bastón
y caminar
Cuando uno agota los nervios
y se enfurece
Qué buen tiempo hace
las campanas repican a difuntos
y por la gloria de las armas
todo tiene que volver a empezar
Pese a la oscuridad veo
cómo caen cabezas en el cesto
bajo el golpe de la guillotina
diviso ahogados que flotan
y ahorcados que se balancean
Se oyen gritos en los hospitales
Qué buen tiempo hace
Uno se mira en el espejo
por placer
y se encuentra realmente feo
pero uno piensa en otra cosa
para no desesperar
Qué se ve
realmente
qué se ve
El cementerio es encantador
hay flores coronas
cruces e inscripciones
Qué buen tiempo hace
Qué se oye
el sol toca el clarín
en las puertas de los cafés
es la batalla definitiva
la ciudad muere al son de las ranas
y las flores caen
severamente
como árboles desarraigados
Aquí están los hombres
están tan pálidos como los vivos
llevan corbatas rojas
bastones con punteras de plomo
y diarios de todos los colores
Se detienen
y juegan
a cara o cruz
Cada vez hace mejor tiempo
Banderas y música al frente
inclinamos la cabeza
porque cada vez estamos más
solos
pálidos
feos
Tenemos que reiniciar la marcha
a cara o cruz a risa de vino y licores
Los cafés están empavesados
como las sonrisas de las damiselas
avancemos siempre
pronto sabremos lo que ha de venir
Realmente hace muy buen tiempo

Philippe Soupault

Hacia La Noche...

Es tarde
en la sombra y en el viento
un grito asciende con la noche
No espero a nadie
a nadie
ni siquiera a un recuerdo
Hace ya tiempo que pasó la hora
pero ese grito que lleva el viento
y empuja hacia adelante
viene de un lugar que está más allá
por encima del sueño
No espero a nadie
pero aquí está la noche
coronada por el fuego
de los ojos de todos los muertos
silenciosos
Y todo lo que debía desaparecer
todo lo perdido
hay que volver a encontrarlo
por encima del sueño
hacia la noche.

Philippe Soupault