Después de un gran dolor hay un sentimiento solemne,
los nervios se asientan ceremoniosos,
como tumbas,
el rígido corazón pregunta si fue él quien tanto aguantó
¿ayer o hace siglos?
Los pies, mecánicos, recorren por la tierra, el aire,
o la quimera un camino de bosque trazado al descuido,
resignación de cuarzo, como una piedra.
Ésta es la hora de plomo recordada,
si sobrevivimos,
como recuerda la nieve quien se está helando: primero frío,
luego estupor,
después adiós
Emily Dickinson