El punto detonante en común de todos los suicidas, ese inconformismo latente siempre con la vida, la suya o con la complejidad que trae el mundo consigo desde sus causas hasta sus consecuencias, no hay nada más frustrante que ensordecer ante tanta voz interna reclamando por el infortunio de la inconformidad, tal vez la impotencia de llevar a puerto seguro ese soguear constante manejando la consciencia de existir bajo esa carencia y tal vez sin ninguna esperanza contraria, es el punto medio entre el saber y saber demasiado, la confusión de encontrarse en un mundo externo tan ajeno y distraído, nada que hacer, no hay piso firme que se extienda debajo de los pies del que oprime con la mente sus pasos, un punto de registro, sin entrada garantizada...
Maria Antonia Segarra