Justo Yo...

Justo yo,
tenía que reinventarme la historia con el final sabido,
con el gran abismo por delante
y lento silencio de noche...
Justo yo,
tenía que descalzarme frente a un cuerpo ajeno,
con todas las venas al aire,
profuso de interrogaciones y con las manos vacías...
Justo con mis meandros violados,
con toda la esperanza en lo imposible
y el ardor aun en el cuerpo.
A la hora de la sombra,
los amaneceres en boca y un sueño callejero sobre el pecho...
Justo yo,
tenía que beberme la sangre, sedienta
sin reconocerme en el espejo,
sin recordar la muerte...
muerte de todo aquello que siempre había estado muerto
y que aun sigue estándolo...

María Antonia Segarra

La Búsqueda...

Me destrozó la espera inútil de todo, que al final fue nada,
el incesante pasear de un lado a otro comenzando erguida y
terminando con las rodillas en el suelo...
Todo ese arcoiris confuso de colores oscuros
la traición de las manos y los rieles de los ojos
toda la conspiración magistral del abismo
como un té paciente y reposado en la tarde de un domingo común,
argumentos repetidos.
Ostentosa la creencia de que alguna vez, algún cambio me salvaría
y nombrara de cerca el asomo de un nombre olvidado
todo lo que escupiría mi cerebro lacerado
algún suceso imaginario me llevaría de la muerte
aquella oración, que gritaran de las novicias asustadas
las que esperanzadas, ungieron su espera vestidas de novia,
enfiladas a Dios...
No tengo adios ni bienvenidas,
no hay asueto en días sucesivos al desastre
lo que me traduce en nada: un reflejo invisible en el espejo.

María Antonia Segarra

Clavada en un Crucifijo...

Clavada como en un crucifijo, aun espero la consagración del olvido.
La corta palabra que desenfrene este mar de augurios e incertidumbres,
el sueño de la liberación,
el ansiado pinchazo de la caída...
es día y noche juntos, en la espera,
un látigo por caricia en el silencio, abierto como alas...
voy arrullando a los niños huérfanos de la calle,
relevando de las oraciones a los pecadores,
sigo alimentando a las aves, que ingenuas, van a comer en la mano de la desdichada...
escucho el día, cuando se paraliza y en su estruendoso esfuerzo por seguir,
expulsa de sí el fango luminoso del deseo...
paseo de manos por la tarde,
abrazando árboles
e intuyo que de repente vendrás
y pondrás fin a esta espera...
obsequiándome la muerte...

María Antonia Segarra

Razón Válida

Si nos vamos a crecer contra las manchas del olvido,

asegurémonos de que seamos gigantes embravecidos,

capaces de cortar cabezas, desmembrar fieras salvajes,

potenciar la fuerza del universo a nuestros dedos...

por favor, no nos vayamos a la mierda por estupideces...


María Antonia Segarra




Ganas...

Él ahuyenta el eco de las voces nocturnas que me cantan,

como en la cuna,

las melodías eclesiásticas del río,

un remolino que desata los lazos rojos del tejado

y deja trenzados en mi, la piel tejida de sus dedos…

ni la lluvia, ni el maravilloso espejismo de la noche me advierten del mundo.

A veces quedo descalza sobre su cuerpo tibio,

enterrándome su piel en los dedos

y ausente,

con los ojos ausentes,

con el inmóvil labio, ausente

cuando en el despeño de la noche suelen escucharse los gemidos de la calle,

y yo solitaria de todos las oraciones,

quebrantada de todos los huesos,

como una taumaturga con las sábanas vacías,

caigo arrodillada ante su fiel ángel guerrero… pidiendo justicia.

Otra veces,

corro tras el ave que abandona la vida y renace en su vuelo,

marchito, arrepentido de estar vivo,

pero volando a Dios sabe dónde,

así frente a la inmensa espera,

alagada por el mundo y su manifestación siniestra,

te imploro que devuelvas a mi el silencio del agua oculta de su boca,

ese caldo espeso en el que me convierto al pensarle…

y rotas las rodillas, auguran la esperanza del oido,

aunque muera oliéndole las paredes al infierno…


María Antonia Segarra




Desaparecida...

En las escalinatas he dejado abierto un libro azul…

Tal vez no signifique nada, tal vez esté escrito en él la vida de alguien que no tiene importancia recordar, no se por qué es azul y no se por qué le dejé tirado en las escalinatas de ese lugar. Tal vez quiera que alguien lo recoja y lo lea y sepa qué pasó y por qué, aunque no lo entienda, aunque lo tire luego a la basura, pero tengo miedo que no termine de leerlo, porque entonces jamás sabrá lo que quiero que sepa: el prematuro final de la vida.

Es azul, porque es sereno y apacible, es azul porque yo soy azul como los beneficios del cielo, porque el color es el color favorito del que anuncia en el libro que será el salvador del orificio negro y hondo que lleva dentro.

No hay imágenes, no hay relatos cortos y largos, es un solo relato, breve relato, oscuro relato…solo un relato. Delatador de los escombros esparcidos, de las caminatas en los atardeceres grises del universo, la soledad y la felicidad vienen de la mano por diferentes rayos, pero juntas, pero largas en las mañanas como mis manos, pero eso ya lo dije antes, no aquí, no ahora, sino antes, en las quimeras de la vida por descubrir, antes cuando no solía retomarme como algo inconcluso que tuviera fin…

De qué hablo?... hablo?, hubiese sido feliz de haber podido hablar, con las palabras mias, con las que parí en los otoños y en los inviernos, con esas pálidas y amarillentas ocluidas siempre por el temporal de las estaciones, no pude nunca hablar dentro, sino fuera, con las palabras comunes y desvirtuadas con las que todos hablan y no se escuchan, pero hablan porque no pueden escucharse y tienen la necesidad de ser escuchados, por eso hablan con esas palabras y no se dan cuenta que son las mismas repetidas y repetidas hasta el cansancio, pero esto también ya lo dije antes, en ese antes que dije antes, que no es un antes de ahora ni aquí es un antes amante y tenaz, arbitrario con las posesiones desaparecidas, con los ojos divididos en dos, siempre mirando dentro y otro aturdido por la fugacidad afuera… pero, cuándo es que hablo?, si es que acaso hablo, es cuando no entiendes lo que digo, porque no menciono las palabras que tu quieres escuchar o entender que pronuncio, es cuando desaparezco de tus cinco sentidos y formo parte de la ausencia trivial de tus días… desaparecer es tan fácil a la luz del mundo….

María Antonia Segarra