Calma de ojos oblicuos,
La aceptación del destino que nos fue…
Detrás los miedos acusantes y los escondites
Iluminados,
Con el temblor de labios cuando besan
Con todo este universo adyacente y aprobador
Y el otoño absoluto.
El rincón de los pensamientos negros,
Donde se acepta la vida en condiciones:
En la partida del agua,
En el reseco óleo de nuestras voces,
Allí el comienzo del sol
Y la capa mojada
El vacio, el perdón,
Tú no pasas por mí en el valor
Yo no sé la ocurrencia del día
Y el temblor de los labios que se besan
Beso y razones de ser en labios ausentes
No, no se
No, no quiero
La herida se roza con los dedos cansados
Pero alcanza la bendita luz, cicatriz de tus manos,
Alma que vaga entre dos,
Sumida,
El zumbido es un eco.
Tu cuerpo: sombra desnuda,
Cerca un destino promisorio,
Cerca un relato sin final y sin comienzo,
Una letra a medio escribir cuando hay que salir,
huir del día que aparece erguido y destructor.
El beso cotidiano se endurece,
Y voy tejiendo en el abecedario tus silencios.
Tu: el borde de vida
Incesante como los perros solos en la noche
Una luna hervida en la llama del lenguaje inventado,
Pero estoy en las plantas, descalza, azuzando colores,
Oliendo a incienso entre las piernas,
Amenazando a la muerte ,
Y el ave ha dejado sus ojos con hambre, mecido,
Vuelo ciego y sin temor.
Las ruinas están ya lejos,
El paso agudo del que vive se detiene de frente
Y son sus ojos,
Es la mente revolcada en un montón de cenizas.
Ha parido la estéril en el camino…
...
...
No, no está
Siente?
No le veo sentir.
Se habrá refugiado en alguna tumba abierta,
de esas que se olvidan desoladas,
al borde de cualquier hueco.
Oigo que acercan los grillos,
estan arriba.
Yo estoy aquí abajo.
Algunos pasos los confundo
con los brotes amarillos.
Desde aquí escucho como se agrietan
los edificios viejos de la ciudad.
Escucho tantas cosas aquí!
El oido pegado a la madera,
un crujir interno, constante,
como que algo se está deshaciendo
continuamente.
Creo que tengo los ojos cerrados,
no importa,
es tan poco lo que puedo ver...
Pero escucho,
escucho las voces de los borrachos,
los gritos de los niños hambrientos,
las mujeres embarazadas que van a parir,
ronda de enfermos, paralíticos.
Ellos están un poco como yo:
olvidados.
Quiero fumar,
pero no tengo labios
y mi lengua esta podrida.
Aquí los gusanos corren como el silencio,
me acarician la piel que ya hiede.
No oigo la lluvia
pero huelo la humedad,
se filtra en un derrame lento.
Ah martirio...
Estar muerta y viviendo.
(Maria Antonia Segarra)
Trampas Del Olvido...
Manual De Combate
dijeron que Céline era un nazi
dijeron que Pound era un fascista
dijeron que Hamsun era un nazi y un fascista.
pusieron a Dostoievsky frente a un pelotón
de fusilamiento
y mataron a Lorca
le dieron electroshocks a Hemingway
(y vos sabés que se pegó un tiro)
y echaron a Villon de la ciudad (París)
y Mayakovsky
desilusionado con el régimen
y luego de una pelea de enamorados,
bueno,
también se pegó un tiro.
Chatterton se tomó veneno de ratas
y funcionó
y algunos dicen que Malcom Lowry se murió
ahogado en su propio vómito
borracho.
Crane se tiró a las hélices
del barco o a los tiburones.
El sol de Harry Crosby era negro.
Berryman prefirió el puente.
Plath no encendió el horno.
Séneca se cortó las muñecas en la
bañera (es la mejor manera:
en agua tibia)
Thomas y Behan se emborracharon
hasta morir y
hay muchos más.
¿y vos querés ser un
escritor?
es esa clase de guerra:
la creación mata,
muchos se vuelven locos,
algunos pierden el rumbo y
no lo pueden hacer
nunca más.
algunos pocos llegan a viejo.
algunos pocos hacen plata.
algunos se mueren de hambre (como Vallejo).
es esa clase de guerra:
bajas por todas partes.
está bien, adelante
hacelo
pero cuando te ataquen
por el lado que no ves
no me vengas con
remordimientos.
ahora me voy a fumar un cigarrillo
en la bañera
y luego me voy a ir a
dormir
(Buko)
El Canto De Los Niños Ha Cesado
Una evocación a la vida
Se desmienten las acusaciones
En soledad.
A qué sentir el horizonte de carne
Pegada a los vitrales?
Andan de otoño los amantes.
Calibran de verdad el silencio,
Nadie dice lo que febrilmente se
Guarda con el día.
Podría atisbar un abismo
Entre los dedos.
La noche ignora el nombre de la
Próxima mentira,
Mortuorios de palabras se arriman
En el pensamiento.
La muerte siempre llegará igual.
Salir de unos brazos destinados a
La desesperación inocua de sus días,
Brisa que seca la grieta de la carne que viaja.
Amor ausente,
La sustancia irreverente del desapego,
El cuarto de hora
Resucita en cada muerte que amenaza.
He tenido que evocar el momento primero
Simple y tibio.
He tenido que parir el pasado
Y beberlo lento
Y arrimar el goce quieto que asesina
El desasosiego
Y contar con la mirada tranquila de los niños
En las fotos viejas de las agendas empolvadas.
Si se repitieran las mismas seis de la mañana del mismo año
De las uvas…
Si se llenaran los cuajados ojos de otoño,
En el mismo canto,
Volverían tus lirios a asomarse,
Y la misma azotada presencia de intranquila ansiedad.
Un blando escudo de cenizas.
Hueco ahora el corazón,
Batido como la maleza por el viento.
Hemos caminado en silencio, amor
Solos,
Atrevidos y desiguales
Vinieron los temporales,
La raíz brotó de un suelo quebrado.
Vuelve el fruto fuerte
Encarnado en su rama.
Hay cantos de niños en las viejas casas de la calle.
Terrible la aparición del escudo,
Vuelco y recargo.
Presentaciones de trágicas comedias en los teatros.
Busca la grieta, amor
No somos el invento de nuestro deseo,
Morimos fermentados
Somnolientos
Morimos abrazados y quietos.
La boca sellada
Y la cabeza bajo el manto
Y las rodillas hundidas, marcadas.
Libertad que se me rompe en la cara,
Ha llegado la rebelión de nuestra espera,
El entendimiento que nos hace frágiles y
Remotos.
Libertad de tierra despoblada,
Invisible cadena que gime y rompe sin huella de seguro.
Palabras de descanso
Me truenan en la indiferencia de tus pasos.
Atravieso tu amor como un legado,
Sangrará el oblicuo roce de tu beso.
Tengo un hijo entre los brazos,
Cubierto de luz,
Ignorante de tu abrazo.
Ella contiene el universo de tus sienes,
La lengua hervida
Entre dientes amanecidos,
No se habla de legumbres,
Tu silencio…
Es palabra de otro sitio.
Servimos en la mesa la cabeza
De este amor
Pálido y sabio
Buitres afuera vuelan y esperan
Y despacio nos desvestimos
Y oscurece el cuerpo triste:
Le han sacado los ojos
Le han atado las manos.
Ya no existe, el confesor secó sus brazos.
Me castiga la muerte en su retraso,
Los ojos blandos.
Amor, que no tengo reposo sin tus manos.
Río de plata sepulta mis pies,
Inmóvil y abatido el pájaro cae…
Libertad para sus alas!
Pero, qué haré sin sus palabras?
Perfume que desgasta la confesión del hábito,
El deseo esta marchito,
El cuerpo desolado arrima su vestido,
No me ves temerosa en tu rechazo?
Amor, no te arrepientas por la frialdad de tus manos,
No mitigues el dolor de un olvido apresurado,
Siempre contamos que volverían del letargo.
Amor, la mariposa desciende de la imaginación tediosa,
Y ahora que no quieres,
Ahora que el cansancio ha parido en tus manos y
Ha enfriado el arrebato de tu cuerpo,
Amor, ahora es tiempo,
Cera caliente en la piel y el retraso,
La tristeza de los días se me ha clavado en los ojos.
(El canto de los niños ha cesado).