...

Está?
No, no está
Siente?
No le veo sentir.
Se habrá refugiado en alguna tumba abierta,
de esas que se olvidan desoladas,
al borde de cualquier hueco.
Oigo que acercan los grillos,
estan arriba.
Yo estoy aquí abajo.
Algunos pasos los confundo
con los brotes amarillos.
Desde aquí escucho como se agrietan
los edificios viejos de la ciudad.
Escucho tantas cosas aquí!
El oido pegado a la madera,
un crujir interno, constante,
como que algo se está deshaciendo
continuamente.
Creo que tengo los ojos cerrados,
no importa,
es tan poco lo que puedo ver...
Pero escucho,
escucho las voces de los borrachos,
los gritos de los niños hambrientos,
las mujeres embarazadas que van a parir,
ronda de enfermos, paralíticos.
Ellos están un poco como yo:
olvidados.
Quiero fumar,
pero no tengo labios
y mi lengua esta podrida.
Aquí los gusanos corren como el silencio,
me acarician la piel que ya hiede.
No oigo la lluvia
pero huelo la humedad,
se filtra en un derrame lento.
Ah martirio...
Estar muerta y viviendo.

(Maria Antonia Segarra)