Conclusión...


Quiero llenarme de ojos el alma
con todas las puertas abiertas
y la pertinacia de saberme violenta insobornable
ocupada de piel y brazos
arriesgada toda bajo el hueso
resbalosa a unos dedos y una boca
llena de un lenguaje ignoto y desesperado
perseguida por el ángel,
ocluida por el ocaso...
No es el canto ceremonial del asueto
en habitaciones lúcidas,
es un gran llanto que me socorre y me sostiene
tan habitual en mi abandono
vertida en la ceremonia pura de la muerte.
y esta hegemonía incomparable
elaborada por sueños de silencios espantosos...