Otra vez visite las horas de la noche
Anduve de dedos en sus ojos
y la piel...
colgué del péndulo
la risa azul…
Visite los balcones de la muerte
La piadosa tranquilidad de sus meandros
del eco y voz enterrada
Corrí con los brazos abiertos al desierto de mi vientre
y el miedo y sus imprecaciones…
Trepidante en el ocaso
alguna cosa irremediable volvía a morirse
Una y otra huella en trance al camino
desierto...
amor mio verdad purisima de lienzo
impenetrable oleo de los sueños
Ten piedad...
Maria Antonia Segarra