Carta Primera

El riesgo, siempre me hablaron del riesgo, hubo gente que me habló del riesgo como algo temible, algo que podría tragarme, insostenible, lleno de ansiedad, lúgubre, otras gentes me hablaron del riesgo como lo único que me salvaría realmente de todo aquello que me ataba, la llave del candado que me daría la libertad, los economistas en sus aseveraciones y teorias: a mayor riesgo, mayor rendimiento (si eres positivo), de lo contrario... a mayor riesgo mayor la pérdida.

Ni una ni otra cosa. Solo verlo como algo que transige, un modo de mirar las posibilidades no importa que sean negativas o positivas, por mi parte hay tan poco que perder, que ya pudiera ser suficiente razón para adquirirlo como algo secuencial, o no?

pero qué sabría si el riesgo es unilateral, pero aun asi, demostraría cómo lo hubiera hecho yo, de haber tomado la decisión de hacerlo, que no la tomé al final, porque otros la tomaron por mi... pues bien, así, como ahora, como esto, como lo invisible y al mismo tiempo lo que esta a la vista, agridulce, así lo hubiera hecho yo.

Así, con toda la premura de un velorio de anciano, con un tiempo reposado, con la calma que caracteriza a los que ya tienen su destino trazado y es poco o mucho o nada y eso además es inconsecuente... lo del montón siempre es lo que se nos arrima, mientras nosotros, quedamos en la superficie y viendo de arriba y oliendo el mismo perfume, ese que no se va. Uf! la tempestad de la época.

Así lo hubiera hecho, si lo hubiera decidido, en invierno, además.