Vuelvo

Vuelvo a mis orígenes,
a mi acto prematuro de existencia,
al casco cerrado de la vida,
vuelvo a la majestuosidad de la sombra,
al palacio de tinieblas...
vuelvo, a la pequeña buhardilla silente,
atropellada por muros blancos,
a la apología de los muertos desconocidos,
al rezo sublime en la inquietud del pensamiento,
vuelvo desde la respiración trepidante y visiblemente compungida
vuelvo a la muerte de las emociones fructíferas y ansiosas,
vuelvo del trepitoso tren de brazos insaciables,
de los niños inconsolables frente al abismo...
vuelvo del mundo que ignora que existo y me deshago por escrutinios
pequeños y abominables.
Vuelvo del río caudoloso sin meandros visibles,
del lodo de la mirada acechando como un buitre...
Vuelvo de mi,
de mis circunstancias turbulentas y secas,
de mi vientre terminado y vacío,
vuelvo... de las ramas verdes sentenciadas al suelo,
de la risa fingida y la calma pausible de los sueños...
vuelvo al escondite de los dedos rígidos,
opulentos frente a la muerte,
vuelvo al mueble viejo que rechina en su agonía...
a la luz tenue,
al sonido de cascabel sigiloso...
Vuelvo...
vuelvo... al hambre de nervios,
a la certeza de saberme viva...muriendo.

Vuelvo a ti... paralítica
y con la puerta cerrada
y el suelo frío...
y la terrible voz solitaria que aun en noches como esta
revive en su parsimonia al claro de tus ojos...
el abrazo insostenible a tu falda dormida... a tu abandono voraz.

María Antonia Segarra