Nuestro Pecado...

La boca escupe arena...
Dónde fue a parar el presagio de pájaros negros,
de fuentes secas y desechas en el sótano.
Hoy es como domingo... no es domingo;
la luz ha quedado sellada con el vacío genuino
de la muerte...
Cuándo fue que seguimos bebiendo sangre,
sacando huesos,
rasgando piel...

No alcanzo tus palabras de ducha fría
nuestra alma agoniza con la manzana...
y Dios ha quedado ciego
y las plegarias aun no salen de tu boca.

Las manos febriles y temblorosas azotan la lluvia.



Maria Antonia Segarra

Vuelvo

Vuelvo a mis orígenes,
a mi acto prematuro de existencia,
al casco cerrado de la vida,
vuelvo a la majestuosidad de la sombra,
al palacio de tinieblas...
vuelvo, a la pequeña buhardilla silente,
atropellada por muros blancos,
a la apología de los muertos desconocidos,
al rezo sublime en la inquietud del pensamiento,
vuelvo desde la respiración trepidante y visiblemente compungida
vuelvo a la muerte de las emociones fructíferas y ansiosas,
vuelvo del trepitoso tren de brazos insaciables,
de los niños inconsolables frente al abismo...
vuelvo del mundo que ignora que existo y me deshago por escrutinios
pequeños y abominables.
Vuelvo del río caudoloso sin meandros visibles,
del lodo de la mirada acechando como un buitre...
Vuelvo de mi,
de mis circunstancias turbulentas y secas,
de mi vientre terminado y vacío,
vuelvo... de las ramas verdes sentenciadas al suelo,
de la risa fingida y la calma pausible de los sueños...
vuelvo al escondite de los dedos rígidos,
opulentos frente a la muerte,
vuelvo al mueble viejo que rechina en su agonía...
a la luz tenue,
al sonido de cascabel sigiloso...
Vuelvo...
vuelvo... al hambre de nervios,
a la certeza de saberme viva...muriendo.

Vuelvo a ti... paralítica
y con la puerta cerrada
y el suelo frío...
y la terrible voz solitaria que aun en noches como esta
revive en su parsimonia al claro de tus ojos...
el abrazo insostenible a tu falda dormida... a tu abandono voraz.

María Antonia Segarra