La Espera...

...y si no se hubiera encontrado la desesperación frente al desierto lleno de
huellas,
cómo hubiera podido huir a salvo con la niña en la mano,
sonriendo trepidante sobre las hojas.
Aquello que nos sorprendió y se apagó como una vela indefensa,
antes de ti y de mi, antes de cualquier fuego maligno que nos arrojara al
infierno...
Ayer estuve muerta y sonriente, como hoy, y huí de la confusa objeción de la
vida o de la muerte, quién sabe, puede sorprenderme nuevamente desnuda
y sin argumentos, quién sabe, buscando telas a mis pezones...
Fueron aquellos retazos de palabras, y quedaron en el borde, silenciosos,
sin arrojarse al vacío de la boca abierta, contritos y aullando como lobos.
Es demasiado el peligro que nos sofoca
mejor refugiarnos en los cementerios abiertos de la ciudad
donde nadie posa la mirada sobre los muertos cuando llueve
y el viento circula sin impedimentos,
podríamos esperar abrazados la contención de la alta marea que choca
sobre los muros del olvido...

María Antonia Segarra