A veces no duele...
a veces pasa desapercibida
en medio de la gente en las calles.
Otras veces baja de repente,
como un aguacero de mayo
mojándolo todo...
y me deja con los ojos abiertos y empapados,
excluida de mi sombra
A veces... soy feliz.
A veces las noches claudican hambrientas
frente al Cristo:
cayó de rodillas implorando no pisar mi casa.
Y es el castigo de los ciegos
detenidos ante la planicie,
desolada...
María Antonia Segarra