Hay una tristeza casi invisible
Y es tan callada que se guarda en las habitaciones solitarias,
en los días calurosos y contra el frío angustioso
de las noches…
No se parece a nada, ni tuvo tiempo de anidar recuerdos…
Pero es tuya, te la vine a entregar con su disfraz de brillo.
Qué desamparada la verás desnuda…
María Antonia Segarra