Son terribles las orillas del destino:
los meandros de las vivencias,
las escalinatas de la muerte,
ese rojizo paraíso esta al otro lado de la calle,
esclavo en el aparatoso retrato de nuestra consciencia,
la razón es el árbol de frutos verdes...
a veces pienso en las cosas grises,
en el espectro dañino del recuerdo,
esa ventolera seca como un resuello entre las paredes del cielo,
el eco del Avemaría me desviste... solo que tengo la piel quemada.
María Antonia Segarra
(enero 010)