Debiera descubrirle, mirándome
Con sus ojos oceánicos que advienen libres y opuestos
Sepultada, bajo la incertidumbre del macho y el niño.
Cadena de temblores,
Hundido en mi vientre y sin destino.
Esta es la penumbra, la capacidad austera del consciente
Y el sonido sordo se despeña constante en su victoria,
Sol erguido en falso suelo.
Ruido del sorbo, sabor ficticio y desierto.
El pensamiento trémulo de la codicia, domina
(Arrepentimiento seco y desolado de la palabra mordida tras el humo)
(Maria Antonia Segarra)