No amanece para las palabras,
amor que silba,
la muerte baila con nosotros.
Le temo a la sombra de ese árbol
que desaparece en algunas noches
cuando se pudre la luna,
la solitaria,
desnuda, incrusta sus nalgas en las uñas.
Se cayó un pedazo de cielo!
Esta sola.
Quiero comerme un trozo de angustia
a escondidas de los muertos que rondan.
dos huecos profundos.
Interrumpida en el vacío...
Maria Antonia Segarra