Hoy volví a exprimirlo hasta sacarle la sangre,
volví a deshacerle los ojos y lacerar las manos,
volví a arrojarme en medio de su silencio hasta gastarme,
hoy volví a sentirlo limpio y hacinado
y a deshollinar sus sienes hasta dejarlo vacío,
volví a rondarle de besos y caminarle la herida,
volví a decirle que me inquieta el alma cuando me pinta de gris,
hoy volví a hacerlo eco dentro de sus huesos de clavícula y esternón,
volví a hacerme cargo de sus rebeliones que caen lentamente, como un reloj de arena.
Hoy... volví a dejar mis hilos tirados junto a él,
escondiéndome en las manos, cuadradas de deseo,
volví a sonreirle
y la quemazón del látigo cuando el tiempo termina y quiero soñar que muero
y él me dice..."ayúdame".
(Maria Antonia Segarra)