“Y sin embargo un rato cada día, ya ves,
te engañaría con cualquiera
te cambiaría por cualquiera. (J. Sabina)
Se ha ido
Como todos los días que se va
Y me ha dejado un ventarrón de arrugas en la cara
Un hombre con un amor
Con unos brazos ajenos, con una mirada perdida
Un ir y venir dejando cuentas detrás de la almohada
Respira el azotado perfume en un cuerpo ajeno
Es el hombre que dice que rie y es feliz conmigo
El hombre que retoza con mi cuerpo en las manos
Abiertas,
de mi noche que no es mía, es ajena
Amanecerá pegado mi espalda que desconoce,
Si, sabrá de mi
en los labios finos de un beso
Accidental y encontrado en su cotidiana rutina
De mi…
Que no me parto sobre sus bordes,
Que camino sonámbula detrás de un sueño
Y el estremecimiento de las cosas azules
todo lo que no es mío
y en mi se recrea como
Una marea que lleva un barco viejo
A punto de estrellarse con los muros del silencio,
un desafío sin horizonte
Un hombre en la oscuridad
Su soledad me entumece la lengua
Mío como lo es la agonía de los que no duermen y
Acechan los papeles pequeños al viento
Jugando a recogerlos
Capaz de volverme sobre mis hombros
Pero ha venido al amanecer,
Sediento,
En Busca del agua seca,
Oscuro y quieto con el cuerpo atornillado
Laceroso, casi muerto
Y su pensamiento atado a la crueldad del sepia
Que desvanece.
Lo encuentro debajo,
en mis ojos manoseados
tibio en la piel que ignora
hay anillos en sus manos,
Imágenes rodando en la sombra,
Así evadimos una muerte tras otra
Un posponer del irremediable descenso
Se ha ido
Como todos los días que se va
(soy cualquiera…)