Hoy he visto la verdad más vieja y sabida,
La verdad que nunca estuvo escondida
Ni debajo de los escombros.
Hoy he sabido la absurdamente siempre a la luz,
Escrita con puntos y comas en cualquier cuaderno de estudiante,
Pero mis ojos se han despachado como el asombro de un niño
He sentido el frío del impacto primero de algo arrebujado
Y curtido por el tiempo,
Y mis manos taparon el rostro de desesperación
Y acaricié los ojos lejanos atrapados en un vidriero,
Los ojos que miraron la muerte
y se quedaron fijos
y abiertos de par en par,
Los ojos ajenos,
Que no eran los ojos de la verdad del miedo
Los ojos que no vieron la muerte venir y reventarse en el pecho
Con sus punzones.
Me senté de frente, oliendo a la muerte
Cuando nombraba el nombre que sueña.
La vi irse,
A ella,
Que me sonreía en las habitaciones blancas,
La vi irse arrastrando los pies
Y había bullicio por el roce de las hojas.
He cerrado la ventana para no seguir la sombra
Que vaga en los portales al cerrarse,
Ahora no se dónde ha ido.
Aquí, el olor a muerte se ha disipado…