Qué para no desalentarse.
Para velar el fuego sin que se extinga, sin que devore.
para un tumulto de impaciencia se envaine en la
precisión del tiempo,
el dolor parta su ímpertu en amaestradas pulsaciones
y en la impasibilidad de una máscara se funda,
solemne,
el desengaño.
Qué hacer para no olvidar sin sucumbir,
para que no prevalezca la constancia a expensas de un
obstinado y patético combate.

(Ana Rosetti)