Tengo una cosa que no es mía,
un rostro que no es mío tampoco.
un rostro que no es mío tampoco.
Tengo un sitio donde duerme un lagarto prodigioso,
y las esclusas dan a un huerto oscuro, vacío entre paredes rasgadas.
Tengo una madrugada para estar lúcido
y un frasco enfermo de desdichas cerca de tres poemas insolubles,
escritos en un hueso de paloma.
y las esclusas dan a un huerto oscuro, vacío entre paredes rasgadas.
Tengo una madrugada para estar lúcido
y un frasco enfermo de desdichas cerca de tres poemas insolubles,
escritos en un hueso de paloma.
Dicen que es suficiente lo que poseo
aunque carezca de emboscadas tejidas por el viento,
aunque no pueda bañarme en las galerías de la lluvia,
ni andar en mi caballo entre las cruces ferrosas de la sangre.
Dan por hecho que eso esta bien así, que es suficiente para el poeta.
Hay quien envidia mis números actuales.
Se relevan para espiar en el rostro que no es mío, para estudiar la curva de mi ceño que nace al mediodíaaunque carezca de emboscadas tejidas por el viento,
aunque no pueda bañarme en las galerías de la lluvia,
ni andar en mi caballo entre las cruces ferrosas de la sangre.
Dan por hecho que eso esta bien así, que es suficiente para el poeta.
Hay quien envidia mis números actuales.
cuando sudan los almanaques y los vendedores ambulantes
y un dolor de empeñosos comestibles se mueve en la ciudad,
donde, también hay personas que se mueren como las fiestas.
Todo lo que poseo intranquiliza, confunde
me suponen anécdota, ignorando que fui leyenda por tal causa
Tú lo sabes al lado de la nube que hemos construido juntos
donde me llevaste a mirar otras piedras, a recorrer con tu pie, gemelo al mio,
esta fábrica triste de la carne.
Ya no importa lo que gané perdiendo.
Acabo de adquirir en las colinas, un lote que la muerte puso en venta.
(Gaviero Maqroll)