Se me van de la mano los recuerdos,
el olor a domingo en la mañana
perfumado por el mar que despierta,
la sombría lluvia en los días de luto,
un regocijo inútil y momentáneo,
la traición de aquellos días,
creerme feliz,
los retazos de la risa,
el pecho del padre tranquilo.
Cierro los ojos,
amenazo la mente con perderla,
los recuerdos,
se escapan,
se hartan de habitar la indiferencia:
la llamada esperada,
la angustia que despierta el hombre perdido,
los pasos hundidos en la arena,
se escapa el recuerdo de la soledad
y revive como nueva,
la niebla de quien se cree cercano,
el recuerdo del vestido que se mutiló
poco a poco en los días de compañía,
el vuelo de los papeles tirados a la basura,
la palabra recia de unos labios,
se me escapa el recuerdo de la última noche
cuando aun la muerte no me sabía,
la imagen del espejo,
el pedregal de mi historia,
el frío en los días de otoño,
la vela encendida que lucha al viento.
Se me escapa el sonido turbio de los besos
que no he dado.
He despertado,
como si hubiera nacido otra vez,
solo que algo triste hay en mis pasos,
algo perdido en la mirada...