Ahora que casi amanece,

me quedo en la exuberante reliquia del silencio,

todo esta en su sitio:

mi peine,

mi bata de baño,

la granulante piel de las paredes,

mis zapatos,

todo en el sitio exacto,

mi cuerpo esta disperso.

Un Aristóteles se burla en la azotea,

la multitud rodea vengativa la palabra “tienes”.


Un mal paso devasta toda aurora.


Cuando amanece todo llora,

llora el sexo debajo del manto,

hierve a fuego lento

el dulce quejido embalsamado,

no hay resquebrajo que ciña la verdad flotante,

entre sien y sien molinos lentos y oxidados.

La voluptuosa repetición del que ya no esta,

confesiones sin un augurio de nada,

de piedad.


Solitaria la cacería,

sin animal.