...y es el mundo con toda su impertinencia, con todo su hielo que se derrite y toda esa magia ya desgastada, con sus muertos y sus angustiados como una gran tinaja del que cree que sabe y no sabe nada, y todo aquello que se vierte y no se extraña, una cúpula de cristal molido, con sus sonrisas de trapo y la frente siempre manchada de tizne... mirándose al espejo cada mañana con todas las imperfecciones de sus ojos y su nariz y alguna cosa, cuando se levanta frente a ese mundo que gime y ya no espera nada, es cuando jode el destino como una parturienta...