Que regrese del sueño...





Ella camina alrededor del lecho donde él, quieto, ha dejado el mundo, inmóvil y desordenado entre las sábanas, ella roza la orilla de la cama con los muslos, con las manos, camina despacio sin dejar de mirarlo, le adivina en el sueño inverosímil de las horas, la oscuridad oblitera el cántaro que recibe la gota que cae, ella puede morir y no sabría jamás qué ha sido aquel fugaz movimiento que hizo descubrir su pie izquierdo, un rugir silencioso de una noche que va rompiendo cruces entre la madera. Ella, con el vaso en la mano le murmura una canción que los ha bautizado en las tardes, que retiene aun las paredes blancas del crucifijo en su pecho y el duerme regio y altanero en el medio de ese desierto, no puede escucharle y ella le cuenta la infancia y su lejana manera de recordarse cuando se ha ido, se posa la luz y ella ha hablado toda la noche, le ha hablado a un pedazo de carne inconsciente.  Su rostro es placido, como las aguas mansas, se debe estar soñando con la majestuosidad de las cosas simples, alguien le sonreirá y el corresponderá a esa sonrisa o tal vez se ha reflejado en la mirada de un pájaro nocturno, ella se queda detenida frente al espejo y desde allí ve reflejada la imagen de ese cuerpo indefenso, ahora ha posado sus manos entre los muslos, como si tuviera miedo y se consterna con la posibilidad que corra algún riesgo en sus sueños, ha tenido un movimiento brusco, casi imperceptible en sus labios, tal vez pedirá perdón, clemencia, alguna cosa que lo haga escapar del miedo, ella retoza con la humedad del vaso que sostiene, se detiene frente al pie de la madera donde terminan los pies del soñador angustiado, los dedos de su pie izquierdo tienen leves movimientos involuntarios, piensa que deseara huir de aquella agonía que le interrumpe el sosiego inerte de sus manos, ahora aprisionadas entre los muslos, le habla con una voz calmada, lo cuida, la almohada roza su espalda encorvada y desnuda, le gustaría rozarse en ella y hablarle desde ahí, pero no la escucharía frente al peligro que lo atormenta.  Un gemido ronco se escucha, saborea la lengua dentro de la boca.

(2007)

   

Qué grito hostil...



Qué grito hostil, suele salir sin pensar de la inutilidad de lo que no puedo detener, vengo soberaneando un camino: a mitad río, a mitad lloro, me quejo y sobrevivo a mi propio horror del discernimiento… quiero unos ojos así, una mirada así, un latigazo así y una piel como esa, así, la que no me pertenece porque esta cruda y humea con frecuencia, se le escapan a los ojos el sueño y asoma una locura súbita cuando se encuentra su muslo con el hombro en un doblez de meterse en un sobre y enviarse a una dirección desconocida, obvia, pero oscura, todo encaja de esta manera, una abstinencia perfecta un desandarse de poco a poco para fluir en la nada y no saberse hasta partirse en alguna esquina cualquiera.  Pero pueden mirar desde cualquier ángulo, pueden advertirme como alguien no grato para el mundo y entonces… qué importa entonces, pero lo especial e ilusorio es que salga de mi con los banderines azotándose en las escalinatas del Morro, pero lo virtuoso de nada sirve, lo que pueda escoger un ser como yo,  es invisible de nada sirve, dudo que alguien pueda mirar lo que no ha existido nunca, un esquema en el piso de un residencial público al que se le pisotea solo por existir.  Cogerse miedo, atentarse las venas al mediodía como un rezo.


El insípido color de lo ignorado la única fe para abrir los ojos…

Como si fuera encima de la herida


Como si fuera encima de la herida
sal líquida, viento en posición
desconocida...
Y yo... con toda la herida abierta
algo letal que juega más allá de cada paso tuyo...
fuera de mi, absurdo.
Yo no conozco la mujer del espejo
ni su sangre
no importa su olor de niña abandonada
de gente aturdida sobre los huesos
qué más da...
Ese rojizo que cae, ese verde al final...
Y como si fuera poco
un lenguaje de alma lúgubre
como algo terrible...

Concepción Benito... Rondas como un perro...



Rondas como un perro necio encima de la tumba de su amo
acabas de espaldas a la luz y solo sigues sombras
Hijo de puta malcriado
hay un solo giro hacia tu derecha
esa señal de hueco y silencio
ese día domingo de tarde...
Pero no sigues consejos, verdad?
Ardes detrás de las manos como un cerdo celoso
en cuclillas y de culo al piso, inconcluso
con esa estúpida mirada al carajo...
y yo qué...

Bah!... a la mierda conmigo!

Despoblada como un cementerio...


Despoblada como un cementerio sueco
qué más da sentirse
nada de eso deja o somete a algo
Las quejas son para los vivos
para las estancias aglomeradas del gobierno
yo me confundo en las romerías
en las buhardillas abandonadas
suelta, como un viento.
Amaneceres incrédulos y sin horas
calurosos...como tus ojos
Has escuchado quién te nombra?
un silbido... quién te nombra
se pronuncia de la boca extraña
con un solo aire
Tu nombre palpita como una vena
y en los pedregales no hay nadie
no se escucha a nadie
los meandros conviven solos expuestos y enfrentados
tan lejanos y lisos
pueden ocuparse en silencio
con su monotonía de pasos inseguros
y la certeza del desencuentro
Gritarte y dolerte como una muerte...

Al final jamás querrás oírlo.