Metales, destellos como agujas, la muerte brilla y es inalcanzable como en una esfera de cristal me desdibuja en un rayo de luz. Me busco y revivo en un pasado muerto que ya no respira, consternada en los pies de esta muerte súbita no de corazón ni de piel, la muerte repentina de un fue atareado y escondido que se precipita como una roca pequeña en el despeñadero. Cuento con el rocío de la noche virgen, la que no me sabe y me desconoce, no me anunció paralitica ni extraña a mis ojos, me desconoce virgen en la carne lejos, llena de estragos por el tiempo, salpicada de hondos olvidos arrojados desde el otro lado de la historia.
Todo parece fuera de este mundo, de un diciembre confundido en la caravana del fin, pero aun viene un octubre despacio a despojarme, enlutado en su otoño que revive en un verano… litros y litros de ignorancia y miles de bocas alimentadas de mis huesos, un nacimiento de muerte, amor de ignorantes y fronterizos, alojamiento de escombros, me viene el deseo, incontrolable del asco del recuerdo, mi cara es desconocida, mi sonrisa tiesa como un gato muerto y el alambre de tus dedos rozando… como si el tiempo en su bagaje haya erizado en la noche cada huida, inerte como la que mira desde lejos y no dice ninguna cosa, la que observa el despojo de su piel agotada en los mercados de la podredumbre y aun esta limpio, sin la arruga del arañazo... y es de luz, ahora puedes ver…