Soy una vida muerta parada frente a la luna seca por el viento, con las manos marchitas, espero una muerte llena de vida que me susurre al oído el sonido de las aguas.
Mis pecados, han sido redimidos, mis pies llevan las cicatrices de un camino estrecho, desigual.
¿De qué me sirven las maderas y los metales? El trueque que llevo prendido en las manos, si no puedo blanquear el alma con el aliento de los esperanzados.
¿De qué me sirve el sereno que me cubre?, la piel agoniza en las maravillas de su tersura.
Vago con la sonrisa desmedida y esta angustia del final!, no hay prisa en recobrar la paz, las medias aun están en el cordel y anuncian la caída de los pasos. Un corazón aun vibra entre mis senos.
Un presentimiento, la madre que vigila, las puertas abiertas, en su interior, el salto de la duda, la penumbra del insomnio. Ahora todo esta decidido y el llanto…aún no vuelve.