Me veo caminar en la ciudad oscura y solitaria,
de frente al frío y la lluvia,
dejando un rastro que tal vez alguien recordará,
inmóvil frente a la fábrica de mis penas,
es tarde ahora para no querer o para querer demasiado,
no hay oportunidad para los harapos de la carne que me acompaña,
mis omoplatos han salido de sus cauces,
las orillas de mi cuerpo se han desvanecido en las manos que nunca tocaron,
pero ahora es tarde para recordar el abismo de lo que no pudo respirarse,
ahora es cuando,
ahora es que las manos se han teñido de sangre
y pueden mojarse,
ahora ya nada lavará la catástrofe de mis pensamientos.
El silencio de otros me atormenta
y la vanidad de mis pieles ya no sirven de nada,
qué se puede esperar del abatimiento seco de alas de un pájaro enfermo,
cocidos por los alambres y sus pies,
no,
ya no es el tiempo de las violetas,
las solitarias de otoño húmedo y tierno,
soy una carabela buscando el hoyo de sus sienes,
el frágil cuerpo de un recuerdo adolorido…