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Hay un aguaviva caminándome el cuerpo
Un pincel traza las transparencias de los ríos
Por donde navega siempre igual
Temblor del terreno plano, en el vientre fecundo,
En las noches, muerde la mano que lo busca,
Defiende un espacio clásico y perenne debajo de la carne

Me recorre los brazos como un alambre que ahueca,
Se orilla en el borde de las protuberancias nacidas y
Empuntadas a la nada,
Se acerca,
Viene despacio como por sorpresa, pero no,
Como un sigiloso vampiro a posarse entre la humedad oscura
Del abismo.

He perdido las riendas bajo el galope,
Se abre el camino por donde fluye veneno,
Ya no puedo hacer coagulo para detenerlo,
Ahora crece,
Crece como el tiempo cuando se posa tranquilo,
Aun con el latido,
Presionado lado a lado por la negra boca que lo besa.