Es de día y sigo con los ojos abiertos
ya comenzaron a bajar las prostitutas de sus cuartos,
hora de lavar los panties y tenerlos limpios esta noche.

Todavía el sol enceguece a los transeuntes que caminan hacia sus casas,
el calor derrite el rimel de las pestañas que disimulan el llanto.

El hombre que le gusta al otro hombre hace su papel de esposo fiel,
la cantinera sirve café cortado de las seis de la mañana, lo vende como fresco,
acabado de hacer.
Se cubre el asfalto de gomas rodantes, detenidas bomper con bomper,
dentro de esas cuevas que ruedan, las vidas se riegan,
el gemido se mezcla con la risa y el olor a tabaco vespertino.

La claridad castiga,
nos deja expuestos a la inmisericordia de esta realidad.

Estoy detenida, aun bajo el árbol, esperando que anochezca,
para no verme mas...