Hay tantas luces en la ciudad...


Hay tantas luces en la ciudad, me aturde la esperanza de poder tocarlas porque se han mantenido cálidas en la lluvia, bajo una sombra gastada de tanto recuerdo. Tantas voces anunciando siempre la melancolía sin nombre, una situación peligrosa en la economía, un diluvio por caer y solo nos bautiza, muchos momentos de risas esparcidos en los autobuses llenos de mujeres paridas que vienen y van como hormigas, todo con la premura como si olvidaran la muerte contigua, sorprendente en cada paso de elefante, en el corte de cada respiro de perfume, abstinente en cada rayo del sol o cada hilo de luna, una preocupación más y el maquinista detiene con frenesí los rieles del mundo… pero estas tú en el mundo… y eso lo cambia todo...

Te he abandonado como un hijo ajeno...



Te he abandonado como un hijo ajeno
tal vez por las risas locas
el olor a heliotropo saliendo por las ventanas
un abandono es cualquier cosa
es una mirada fuera de foco
un correr a veinte metro por doquier
es cerrar los ojos y... nada
es abrir los ojos y... nada
es extender las manos y... nada
el abandono es cultivar la tierra estéril
después de las seis...
quedarse gorjeando una palabra sin terminar

Luego ya no sabes por qué
solo el ruido de la puerta cuando cierra
te das cuenta...



(...)


...y ya se acabaron las venganzas
y el mundo
y los amaneceres se regodean
en algunas de las esquinas donde se han perdido las horas,
no es casualidad este pregonar-te como un periódico
es hurgarte en los rincones,
en los pensamientos de los transeúntes,
en todo aquello que huele
y se mueve
y se desprende a las seis de la tarde
para convidar la oscuridad,
por alguna razón te nombro como un rezo
un desprendimiento
algo extraviado por casualidad...