…Estoy girando, veo los vitrales adornados, las gotas, allá afuera esta lo que se rompe, dentro esta roto, pero yo no quiero que ella se rompa, la ciudad es tan larga cuando amanece a esta hora, la que no reconocen los ojos, el celaje frente a un espejo, ella se pierde entre la oscuridad y el celaje, las piedras se acomodan para recibir lo que les corre entre las grietas, pero las manos se unen, vacías, cuánto retraso en la misma cabeza adormecida, mírame amor, corrige las artesanias de la piel, y la humedad que se confunde en el sudor de las hojas, y la voz haciéndose mucosa de garganta vieja. Yo escucho el crepúsculo, viene acompañado de una muerte joven, a esta hora, las sirenas cantan moribundas, y empañada de silencio, cai sobre el recuerdo, me puse a trabajar con la noche y me hizo el dia el traje de los imsonnes, afanosamente he apresurado lo que me viene bordado como un rezo en el pecho , amor, róbame entre las bajadas cuando parecemos detenidos ante el tiempo, el tuyo, el mio, que corre y no se mira corriendo, corre y nos lleva enredados en la prisa, que no sabemos, que es la muerte, nuestra muerte anónima que no nos avisa cuando se llena de lluvia, joven de luz. Otra vez he tropezado conmigo, la que se asesina una y otra vez en su propia nigromancia, sal de palabra, y se queda suspendida, y deja la equimosis detrás del portazo...
(Maria Antonia Segarra)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)